jueves, 7 de abril de 2011

Metzorá 5771

Los Rabinos de la UJCL escriben sobre la parashá de la semana

Rabino Rami Pavolotzky
Congregación B’nei Israel, Costa Rica


El Ritual de Purificación y el Monoteísmo


La semana pasada leímos en Parashat Tazría acerca de la tzaraat, una palabra que se utiliza para designar una variedad de enfermedades de la piel. Habitualmente se la traduce como “lepra”, aunque es sabido que la identificación de la lepra con las afecciones que la Torá denomina tzaraat no es correcta.

La parashá de esta semana comienza con la descripción del complejo ritual de purificación de aquella persona que después de haberse comprobado que tenía los síntomas de tzaraat, había superado su período de aislamiento y ya sus síntomas habían desaparecido. 

El ritual en sí estaba dividido en tres etapas. La primera (Vaikrá 14:2-8) se desarrollaba una vez que el cohen, el sacerdote, verificaba que la enfermedad había desaparecido. Todavía fuera del campamento, se iniciaba una ceremonia que contenía curiosos elementos, como ser dos pájaros vivos, madera de cedro, lana carmesí e hisopo. Después de rasurarse, bañarse y lavar su ropa, el “ex-leproso” podía entrar al campamento, pero todavía no a su casa. Luego de esta primera parte, la persona debía esperar hasta el séptimo día para comenzar la segunda etapa (Vaikrá 14:9), que incluía una vez más el baño el lavado y el rasurado de todo pelo visible. Ya en el octavo día comenzaba la tercera etapa de purificación (Vaikrá 14:10-32), que incluía varios elementos y sacrificios. Luego de este rito, la persona quedaba completamente pura y sin ninguna restricción ritual.

Cuando uno lee detenidamente todo este complejo procedimiento por medio del cual una persona que había sanado de tzaraat podía reintegrarse a su comunidad, lo asaltan muchas dudas. Una de ellas es la que tiene que ver con un perceptible aroma a magia que se esconde detrás del rito. Los sacrificios, la aspersión con sangre, el rol del cohen, la liberación del pájaro, los elementos simbólicos que tienen lugar en las diferentes ceremonias, más el hecho de que en los tiempos bíblicos la tzaraat era considerada como una plaga o castigo divino, nos inducen a sospechar que este podría ser un ritual mágico. Como si esto fuera poco, está bien documentado y estudiado (ver por ejemplo la entrada “Leprosy” en la Enciclopedia Judaica, o la exégesis de Bernard Bamberger a nuestra parashá en el Jumash de Gunther Plaut) que otros pueblos vecinos del antiguo pueblo hebreo, practicaban rituales semejantes ante la aparición de este tipo de enfermedades. Estos rituales incluían elementos mágicos, exorcismos, brujos y la voluntad expresa de expulsar al demonio que causaba el mal y alejarlo definitivamente de la persona afectada. ¿Acaso deberíamos aceptar que la Torá nos describe aquí un ritual mágico?

La respuesta es un categórico no, como lo explicara magistralmente Iejezkel Kaufman. Si bien es probable que este ritual sea un resabio de antiguas costumbres paganas, la Torá se encargó de extirpar todo elemento mágico/pagano de la ceremonia. Por empezar, todo comienza una vez que el cohen comprueba que la enfermedad ha desaparecido: el cohen no tiene fuerzas, ni apela a ellas, para combatir la enfermedad, sino que simplemente verifica la evolución de la misma. Vale agregar que la Torá misma registra un caso de curación maravillosa, que es el de Miriam (Bemidvar 12:10) pero el milagro divino se produce solamente ante la plegaria misericordiosa de Moshé. La enfermedad no proviene de una fuerza demoníaca, ni tampoco el ritual es el arma para combatirla. En el monoteísmo bíblico, tanto el mal como el bien necesariamente deben provenir de D”s, y así también la enfermedad viene de Él. El ritual no intenta en lo más mínimo torcer la voluntad divina, sino que es un acto simbólico de purificación, lo que hoy llamaríamos una ceremonia religiosa.

Este es un buen ejemplo de cómo la Torá transformó por completo los antiguos rituales paganos, convirtiéndolos en bellas y profundas ceremonias que buscan exaltar la creencia en un solo D”s, cimiento fundamental del Pentateuco. La Torá vino a regalar al mundo las bases sólidas sobre las cuales se afirma el monoteísmo ético: ya no hay fuerzas ocultas ni magia, sino un solo D”s que es fuente de todo lo existente.

Shabat Shalom,
Rabino Rami Pavolotzky
Congregación B´nei Israel
San José, Costa Rica

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