viernes, 23 de septiembre de 2011

Nitzavim - Vaielej 5771

Los Rabinos de la UJCL escriben sobre la parashá de la semana

Rabino Joshua Kullock

Comunidad Hebrea de Guadalajara, México
Estamos a una semana de Rosh haShaná y cada uno de nosotros debe encontrarse en pleno proceso de preparación espiritual y emocional a fin de recibir el próximo año. En estos últimos días del año, creo oportuno compartir con ustedes algunas reflexiones sobre este momento tan importante de nuestro calendario. Para comenzar, quisiera hacerlo con un viejo chiste acerca de los Iamim Noraim:

“Dos mujeres se han peleado y deciden hacer las paces para el nuevo año. Así que una le dice a la otra: te deseo para el nuevo año todas las cosas que tú deseas para mí. A lo que la segunda responde: Mira nomás, ya comienzas a pelear de nuevo.”

 
Como sabemos, en los días previos a Rosh haShaná y Iom Kipur es importante acercarse a la gente y disculparse si hemos hecho algo que los haya lastimado. Aun así, siento que lamentablemente son raras las auténticas disculpas en nuestras relaciones personales.

Simplemente nos cuesta reconocer que nos hemos equivocado. Y muchas veces, esta imposibilidad nos va alejando de nuestros seres queridos. Aquello que comienza como una pequeña discusión o malentendido, se torna en brecha inquebrantable que se ahonda conforme pasa el tiempo.

Es por eso que la tradición de Israel nos enseña que es un gran error no trabajar por construir los puentes que nos re-conecten por sobre los abismos. Es por eso que la Teshuvá en nuestro pueblo no solamente significa arrepentirse sino también poder hacernos de la fortaleza y la valentía de volvernos hacia atrás, de retornar y de eliminar las separaciones y los distanciamientos.

En las parashiot que leemos esta semana, Moshé continúa con sus últimos discursos y el tema de la distancia se presenta con una increíble nitidez. En este caso, el contexto es nuestra relación con la Torá. Y así aparece escrito en el texto:

“Porque esta mitzvá que yo te ordeno hoy no es demasiado difícil para ti, ni está lejos de ti. No está en el cielo, para que digas: ¿Quién subirá por nosotros al cielo, nos la traerá y nos la haga oír para que la cumplamos? Ni está del otro lado del mar, para que digas: ¿Quién pasará por nosotros el mar, para que nos la traiga y nos la haga oír para que la cumplamos? Pues muy cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón, para que la cumplas” (Devarim 30:11-14).

De la misma manera en que muchas veces dejamos que se formen brechas y abismos entre nosotros y nuestros seres queridos, también en nuestra relación con la Torá nos ocurre que por momentos establecemos una relación de lejanía y de distancia, amparándonos en todo tipo de razones que lo único que hacen es erigirse en barreras y separadores. Y es por eso que la Torá nos dice: No está en los cielos, ni tampoco allende el mar, sino al alcance de nuestras bocas y nuestros corazones.

En este sentido, el rabino jasídico Menajem Mendl de Kotzk decía que Ds deposita Sus palabras sobre nuestros corazones, siendo nuestra responsabilidad abrirlos para que dichas palabras puedan ingresar en nosotros junto con la presencia divina.

Con el perdón y con las disculpas ocurre lo mismo: cuando abrimos nuestros corazones empezamos a encontrar los caminos para pedir perdón y para aceptar las disculpas de nuestros semejantes. Si el corazón permanece cerrado, la Teshuvá se vuelve imposible.

Es por ello que quiero resaltar la idea de responsabilidad. De cada uno de nosotros dependen las posibilidades reales de zanjar las brechas. No podemos quedarnos a la espera de que el otro tome la iniciativa, porque lo que esperamos recibir en el mundo, debemos ofrecerlo primero. No podemos tener lo que no queremos dar.

“A los cielos y a la tierra llamo hoy por testigos – nos dice la Torá – de que los he puesto delante de la vida y la muerte, de la bendición y la maldición; y escogerás la vida, para que vivas tú y tu descendencia.” (Devarim 30:19)

El judaísmo nos posibilita ser responsables, porque deja a nuestro criterio la toma de las decisiones. La obra de nuestras manos será bendición o maldición dependiendo de lo que elijamos hacer. El vivir o el dejar perecer las relaciones que hemos establecido con nuestros amigos y familiares radicará en nuestras intenciones de regar la tierra a la espera del fruto.

A pocos días de un nuevo Rosh haShaná, quiera Ds que podamos tomar como propio el consejo divino de elegir con constancia la vida y la bendición, abriendo nuestros corazones con sinceridad, eligiendo vivir vidas plenas estableciendo nuevas y renovadas relaciones con aquellos que tenemos lejos, con aquellos que tenemos cerca, y con la misma tradición de Israel.

Shabat Shalom uMeboráj!

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