Rabina Daniela Szuster
Congregación Bnei Israel, San José-Costa Rica
“Y dijo Moshé a los hijos de Israel: Ved que Adonai ha llamado por su nombre a Betzalel, hijo de Urí, hijo de Jur, de la tribu de Judá….Y he puesto en su corazón capacidad para enseñar, tanto en el de él como en el de Aholiav, hijo de Ajisamaj, de la tribu de Dan…” (Shmot 35: 30 y 34).
La primera parashá de esta semana, Vaiakel, comienza relatando acerca de las donaciones que se hicieron para que el Mishkán (tabernáculo) existiera y sobre los diferentes elementos que se construyeron. Se nos cuenta que dos personas fueron elegidas para llevar a cabo este proyecto tan majestuoso: Betzalel yAholiav.
En esta oportunidad quiero mencionar dos Midrashim que nos hablan acerca del motivo de la elección de estos artistas.
En esta oportunidad quiero mencionar dos Midrashim que nos hablan acerca del motivo de la elección de estos artistas.
Un primer Midrash se pregunta por qué justamente fueron elegidos Betzalel y Aholiav para dicha tarea. Una de las respuestas que da es que Betzalel pertenecía a la tribu de Iehudá, la más importante de las tribus, de quien provenimos los Iehudim. En cambio, Aholiav, pertenecía a la tribu de Dan, considerada inferior, por provenir de uno de los hijos de las concubinas.
¿Por qué fueron elegidos ambos? Para enseñarnos acerca de la importancia de que las personas no se sientan orgullosas por su origen familiar dado que en este caso, tanto el que tenía mayor status como el de menor, eran iguales frente a D”s, ambos fueron escogidos, no por su procedencia familiar sino por sus cualidades y capacidades (basado en Tanhuma 13).
Cuántas veces observamos que en nuestra propia sociedad se eligen a las personas por pertenecer a cierto grupo y no por sus cualidades o habilidades.
A pesar que la sociedad ha evolucionado enormemente, aún se ve que en el campo laboral, político, económico, educativo, religioso, se anteponen perfiles de personas determinadas, sean idóneas o no para dicha tarea. Priman los hombres blancos, de clase alta, heterosexuales y casados, dejando atrás diferentes grupos que son considerados de menor categoría.
Se supone que vivimos en sociedades democráticas en que todos somos iguales ante la ley, con los mismos derechos y obligaciones, pero si profundizamos un poco en la realidad, notaremos que no es tan real.
El Midrash, sabiamente, nos impulsa a elegir a las personas sin importar su status social sino sus capacidades. Por eso se eligieron a Betzalel y Aholiav, a pesar de pertenecer a tribus catalogadas socialmente como de diferente nivel.
El segundo Midrash nos dice que no deberíamos designar a un líder sin el acuerdo del pueblo o el grupo al que va a liderar. ¿De dónde sacan esta idea? De nuestra parasha.
El Midrash comenta que D”s le preguntó a Moshe: “¿Te parece que Betzalel es digno para esta tarea?" "Si él es digno en Tus Ojos," replicó Moshé, "ciertamente lo es en los míos."
D”s le dijo: “Ve y averigua cuál es la opinión del pueblo”. Moshé le preguntó al pueblo y respondieron: "Si él es digno a los ojos de D”s y a los vuestros, cómo no será bueno para nosotros!" (Talmud Masejet Berajot 55a).
Es sumamente interesante que a D”s le preocupa la opinión de Moshé y del pueblo para designar a Betzalel como arquitecto y artífice del Mishkán. Sin duda, nos enseña acerca de la importancia del consenso de los grupos para tomar decisiones y elegir la persona que los lidere, quien marcará el rumbo de sus caminos.
Mucho antes que la democracia proponga esta idea, el Midrash nos habla del consenso.
Estos midrashim nos enseñan que si elegimos a personas, recordemos elegirlas por sus capacidades y potencialidades y no por pertenecer a determinados grupos sociales. Además, que todos debemos ser partícipes de las decisiones que nos competen a todos y no dejar que unos pocos designen el rumbo sin que haya un consenso grupal.
Nuestra tradición, hace siglos nos enseña estos valores, la modernidad con los gobiernos democráticos, de alguna manera, también lo hacen; pero lamentablemente no los vemos realizados completamente en la práctica.
De cada uno de nosotros depende poder vivir en una sociedad realmente igualitaria, en la que la voz de cada uno sea escuchada a la hora de elegir rumbos.
¡Shabat Shalom!
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