jueves, 7 de junio de 2012

Behaalotjá 5772

Los rabinos de la UJCL escriben sobre la Parashá de la semana

Rabino David Cohen-Henríquez
Congregación Kol Shearith Israel - Panamá


Parashat Behaalotjá (cuando enciendas o hagas encender las llamas de la menorá) está compuesta de varios temas, todos de alguna forma relacionados entre sí:
  • El encendido de la menorá
  • La purificación de los levitas y los límites de edad de servicio
  • Las preparaciones finales antes de partir de Sinaí
* El segundo Pésaj
* La observancia ritual en el desierto
* La columna de fuego y humo que acompañaría al pueblo
  • La fabricación de las trompetas
  • Marcha desde Sinaí hasta Transjordania

Un ejercicio que podemos realizar cada semana durante el servicio de la lectura de la Torá es yuxtaponer la parashá con su haftará correspondiente. Este choque de textos genera ideas, algunas veces complementarias y otras diametralmente opuestas, que nos ayuda a entender con más profundidad el mensaje que los sabios querían transmitirnos.

Esta semana tenemos, en la lectura de la Haftará, a Zacarías 2:14 al 4:7.

El profeta Zacarías comenzó su carrera profética en el año 520 AEC, en la misma época que el profeta Hagai.  Existe en Zacarías una gran pasión por la reconstrucción del Templo.  Muchos creen que el intenso interés de Zacarías en reconstruirlo era parte de un gran movimiento mesiánico dentro de un esfuerzo geopolítico.  Esto ocurriría a través de una serie de eventos políticos que apoyaban la reconstrucción, y tanto Zacarías como Hagai veían en dichos eventos un plan divino.

Ambos textos, la parashá y la haftará, tratan sobre el tema de los partícipes rituales en el espacio sagrado y de la importancia de su pureza física.  También se hace énfasis en el propósito de los levitas.  En la haftará se puede ver claramente el paralelo con la purificación y envestidura divina del sacerdote Joshua.

Pero sin duda alguna, la menorá es el elemento central que conecta la parashá y la haftará.  Dios instruye el encendido de la menorá en el mishkán, el tabernáculo, durante los viajes por el desierto y en sus primeros asentamientos.  En la haftará, encontramos la menorá en la visión de Zacarías, cuando este imagina el Templo del futuro y a sus líderes.

El espacio sagrado, el servicio puro y la menorá con su flameante luz vinculan el santuario de la antigüedad con el templo del futuro.

Nos queda la interrogante de si el encendido de la menorá es parte del proceso de purificación ritual o si es la coronación final de los esfuerzos en la preparación para la llegada de la presencia de Dios.

Regresando a nuestra parashá, Rambán (Najmánides) nos trae dos comentarios del Midrash Yelamdeinu y del Midrash Rabá.  Al parecer, Aarón estaba un poco decepcionado, ya que la tribu de Leví no había sido incluida dentro de la lista de los príncipes que traían sus ofrendas para la dedicación del tabernáculo (véase la parashá anterior).  Entonces, Dios le dice a Moisés: Dile a tu hermano Aarón que no se preocupe, que él ha sido destinado para cosas más grandes.  Las ofrendas serán traídas únicamente durante la existencia del Beit Hamikdash, pero las lámparas iluminarán la menorá para siempre.

Sin embargo, el templo fue destruido y por lo tanto, ni los sacrificios ni la menorá pueden ser encendidos.  ¿Por qué Dios le dice entonces a Aarón que la menorá brillaría para siempre?  La conclusión derivada de estos midrashim es que se alude al encendido de la menorá de Janucá, cuando fue renovado y rededicado el altar por los cohanim de la dinastía de los Hasmoneos, la cual sigue siendo encendida cada año a pesar de ya no existir el templo.

Cabe señalar que los mismos pasajes de la haftará de Zacarías que leemos esta semana son leídos en el primer Shabbat de Janucá.

La menorá sigue brillando, como símbolo eterno del pueblo judío.  Desde cada sinagoga, y hasta en el escudo del Estado de Israel, la menorá con sus luces emana rayos de esperanza para cada judío en cada rincón de la tierra, inspirándonos para lograr que este mundo sea forjado cada vez más con el ideal de las visiones proféticas: un mundo sin guerras, una vida en paz y armonía, y una humanidad que alcanza su máximo potencial en plenitud.

Que sea este Shabbat un día de iluminación.  Que las luces sabáticas les recuerden a todos aquella luz que emanaba desde la antigüedad y que continúa brillando e iluminando nuestro camino hacia el futuro.

Shabat Shalom,

Rabino David Cohen-Henríquez

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