jueves, 23 de mayo de 2013

Behaalotja 5773

Los Rabinos de la UJCL escriben sobre la parashá de la semana

Rabino Gustavo Kraselnik
Kol Shearith Israel - Panamá

“Moisés era un hombre muy humilde, más que cualquier otro hombre sobre la faz de la tierra” (Núm. 12:3).  ¿Qué podemos aprender de este versículo, que aparece hacia el final de Parashat Beaalotja?

En primer lugar, que Moisés definitivamente no era argentino (chiste fácil, pero acorde a la fama que nos supimos conseguir).  En segundo lugar, resulta difícil imaginar al “hombre más humilde de todos” escribir en la Torá que era el hombre más humilde de todos (aunque sea por dictado de Dios, sigue siendo difícil).

Hablando en serio, la humildad es una cualidad que caracteriza a Moisés a lo largo de toda su vida, y especialmente como líder del pueblo.  No sorprende que la Torá le conceda esta distinción, pero quizás debamos preguntarnos por el momento en el que decide hacerlo.

A pesar de haber crecido en el palacio real egipcio, Moisés no adquirió la arrogancia de la nobleza ni actuó con ínfulas de grandeza.  Exiliado en Midian, se incorporó – sin desentonar - a la familia de su suegro y adoptó su modesto estilo de vida, dedicándose a pastar sus ovejas (Ex 3:1).  Incluso cuando Dios se le aparece en la zarza ardiente y lo convoca a liberar al pueblo esclavizado, la respuesta de Moisés destila modestia: “¿Quién soy yo para que vaya a Faraón, y saque de Egipto a los hijos de Israel?” (Id. 11)

Ya como principal dirigente de los israelitas siguió actuando con humildad, consultando a Dios los casos de legislación incierta (El hijo de un egipcio y una israelita que blasfema contra Dios – Lev. 24:10-14 - , el hombre que cortaba leña en Shabat – Núm. 15:32-36 -, el reclamo de herencia de las hijas de Tzlofajad – Id. 27:1-11), solicitando una estructura que lo ayude a delegar responsabilidades en la administración del pueblo (Id. 11:14) o alegrándose ante la aparición de “nuevos profetas” (Id. 29).

Estos últimos dos ejemplos que mencionamos, la asignación de los 70 jueces para ayudar a Moisés y la aparición de Eldad y Meldad profetizando en medio del campamento, anteceden al relato que enmarca el versículo sobre la extraordinaria humildad de Moisés.

La Torá nos cuenta que Miriam y Aaron estaban hablando mal de su hermano en relación a la mujer Cushita (que podría ser su mujer Tzipora u otra esposa), y de ahí la crítica va dirigida contra la legitimidad del liderazgo exclusivo de Moisés: “¿Solamente por Moisés ha hablado Dios?  ¿No ha hablado también por nosotros?” (Id 12:2)

Antes de arribar al desenlace del relato, la Torá introduce, como un paréntesis, el comentario sobre la humildad de Moisés.  En la continuación, el pasaje – bastante complicado a simple vista – nos trae la intervención divina para aclarar que nadie, absolutamente nadie, puede alcanzar el nivel de intimidad que tiene con Moisés.

“El enojo de Dios”, al final de la historia (Id 12:9-10), acarrea el castigo de la lepra para Miriam (llama la atención que no hay castigo para Aarón, aunque ver a su hermana sufriendo y saberse cómplice de sus actos, bien podría serlo, o quizás…)  Ante la desesperación, Aaron pide la intercesión de Moisés (ese también podría haber sido su castigo, o quizás llamarlo “Señor mío” – Id. 11) quien magnánimo, se dirige a Dios para dirigir una petición breve, bella y efectiva por su hermana: El NaRefaNa La – “Oh Dios, por favor, cúrala” (Id.13 ).

Este posiblemente sea el gesto más humilde de Moisés.  En el momento de la victoria, cuando el propio Dios había dejado en claro su favoritismo, sin reclamo ni reproches, sin sonrisas socarronas ni miradas altivas, eleva una plegaria por la recuperación de su hermana.

Cuando la mayoría de los mortales hubiésemos reaccionado con reproches por las ofensas recibidas y por los comentarios desdeñosos, Moisés escucha con atención la solicitud de su hermano; en lugar de marcar su superioridad diciéndole “Se los dije”, dirige su voz a Dios, solicitando la sanación de Miriam.

Sin duda, un gesto extraordinario.  Aunque no para Moisés, el hombre más humilde sobre la faz de la tierra.
Si lo consultáramos, Moisés, parafraseando al notable escritor argentino Jorge Luis Borges, respondería: “Dicen que soy humilde (“Un gran escritor” en la frase de JLB); agradezco esa curiosa opinión, pero no la comparto.”

Shabat Shalom,

Gustavo

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