Rabino Rami Pavolotzky
Congregación B´nei Israel
San José, Costa Rica
Ante la certeza de la muerte, ¿cómo debemos actuar?
La parashá de esta semana trae tres famosas historias en relación a la vida de los hermanos Iaacov y Esav, hijos de Itzjak y nietos de Abraham. Primero nos cuenta que ellos ya peleaban desde que estaban en el vientre materno. Luego viene el famoso relato de “la venta de la primogenitura” y, finalmente, el no menos célebre texto que describe cómo Iaacov y su madre Rivká logran engañar al patriarca Itzjak, para que le diera a Iaacov la bendición correspondiente a Esav. Me gustaría, en esta oportunidad, hacer un comentario sobre la segunda de estas tres historias.
Cuenta la Torá que Iaacov estaba cocinando un sabroso guiso de lentejas cuando irrumpe su hermano mayor, quien regresaba de un extenuante día de caza. Esav le pide vehementemente a Iaacov que le convide de su comida, a lo que Iaacov le responde que le venda su primogenitura. Esav acepta la propuesta de su hermano menor, ante lo cual Iaacov le exige a Esav jurar que así será. Esav jura ante Iaacov y le vende su primogenitura, luego de lo cual Iaacov le da de comer guiso y pan. La Torá agrega que “Esav despreció su primogenitura” (Bereshit 25:34).