Los Rabinos de la UJCL escriben sobre la parashá de la semana
Rabino Gustavo Kraselnik
Congregación Kol Shearith Israel, Panamá
Que este año el primer Seder de Pesaj haya caído en Shabat representa una situación poco frecuente. Ocurrió 11 veces en el siglo XX, la última vez fue en el año 2005 y volverá a suceder en 2021 y 2025. Además por razones obvias implica que en la diáspora tengamos un segundo Shabat de Pesaj, el octavo y último día de la fiesta.
Este fenómeno genera una situación particular. Como en Israel Pesaj termina el viernes, en Shabat se vuelve al ciclo secuencial de lectura de la Torá con Parashat Sheminí mientras que en la diáspora tenemos lectura del octavo día de Pesaj. Se genera así un desfase entre Israel y la diáspora en lo que se refiere a la parashá semanal que recién será subsanado dentro de cinco semanas.
El hecho de tener dos shabatot en Pesaj nos brinda también la oportunidad de reflexionar sobre el alcance total de la fiesta. A veces tengo la sensación que para muchos de nuestros contemporáneos Pesaj se extiende, en el mejor de los casos, hasta el final del segundo Seder y los días siguientes no tienen mucho que aportar.
En este sentido, quisiera detenerme en la Haftará del octavo día de Pesaj, pues creo que tiene un valioso mensaje para dimensionar la celebración en su totalidad. Ya el Talmud (Meguilá 31a) establece el texto de Isaías (10:32-12:6) que comienza con la profecía que anuncia el sitio de Jerusalem por parte del rey Asirio Senaquerib (704-681 a.C.) y su posterior fracaso debido a la intervención divina, tal como se relata en Reyes II capítulo 19.
Rashi explica la razón de la selección de este pasaje: La caída de Senaquerib ocurrió en Pesaj. Esta afirmación sin otro sustento que la leyenda, pareciera ser parte de una tradición que asocia las grandes salvaciones del pueblo judío con la fiesta de Pesaj, siendo la liberación de Egipto la más destacada.
Podemos profundizar aún más en esta misma línea. El corazón de la Haftará, el capítulo 11 de Isaías tiene por tema al Mesías y los cambios que acontecerán tras su llegada. De esta forma, podríamos decir que Pesaj no solo es la fiesta de la redención pasada (o las redenciones pasadas) sino también la fiesta de la esperanza de la redención futura.
Existe una conexión adicional entre Pesaj y la Redención: mientras que en la primera Dios libera a Su pueblo enviando a Moisés, el protagonista central en el relato del éxodo (aunque no en la Hagadá) en la segunda, es el Mesías, enviado divino, el que ocupa el lugar destacado de la narración.
Y esta conexión de Moisés con el Mesías, nos debe llevar a reconsiderar la explicación del nombre de Moisés. Como bien señalara Ovadia Sforno (Italia, siglo XVI) el nombre refleja un verbo activo y no pasivo, es decir, no es “el salvado de las aguas” como dice la Torá (Ex. 2:10) sino “el que salva” o “el salvador”, tal como colocan los sabios del Talmud (Sota 13a) la profecía en boca de Miriam: “En el futuro mi madre parirá un hijo que salvará a Israel.”
Sin embargo esta idea mesiánica que florece en plenitud en el final de Pesaj, aparece desde antes del inicio. En el Shabat Hagadol que antecede a la fiesta, leímos en la Hafatará (Malaquías 3:4-24) el anuncio de la llegada del profeta Eliahu para proclamar el arribo del” día de Adonai grande y temible.”
Y durante el Seder, la destacada presencia de Eliahu alrededor de nuestras mesas y el cierre con la frase que resume la esperanza redentora: “el año próximo en jerusalem” dan testimonio del profundo vínculo que une al pasado – la liberación de la esclavitud egipcia – con el futuro – la época mesiánica.
Tengo la convicción que la prolongación de la fiesta sirve para fortalecer este mensaje. Si nos quedamos solo con el principio, pareciera ser que el eje pasado-presente es el dominante. Pesaj sería simplemente el recuerdo histórico de la liberación o a lo sumo su experimentación contemporánea. La noción mesiánica nos recuerda que debemos añadir la dimensión del futuro y además anticiparlo en el presente.
Pesaj no es solo la conmemoración de la salida de Egipto sino que es también un llamado a liberarnos de toda forma de opresión y a exigir el final de cualquier tipo de sometimiento. Así estaremos dando los primeros pasos hacia una sociedad de justicia, armonía, solidaridad y paz, que no es otra cosa que nuestra aspiración de una era mesiánica.
Shabat Shalom y Jag Sameaj
Gustavo
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