Los rabinos de la UJCL escriben sobre la Parashá de la semana
Rabino Daniel Kripper
Beth Israel Aruba
Las dos secciones de la Torá del libro de Vaikrá (Levítico) que leemos esta semana, Tazría y Metzorá, suenan algo anticuadas y oscuras para la mayoría de los lectores contemporáneos. Un tema destacado es acerca de las afecciones a la piel de las personas, así como la impurificación de las ropas, o las casas, y todo lo que atañe a sus síntomas.
La Torá describe el proceso de llamar al Cohen para evaluar el problema, recomendar tal vez una cuarentena y luego las etapas de curación o reparación que culminarán en la ofrenda de gratitud por la resolución del mismo.
Pero en un capítulo anterior la Torá focaliza el tema del parto. Recordemos que hasta hace poco el parto era un momento peligroso y a menudo mortal. En generaciones pasadas numerosas madres y niños morían en el proceso del nacimiento. Sin embargo el parto puede considerarse como uno de los mayores de todos los milagros, nunca deja de fascinar.
Dado que la ciencia extiende progresivamente las fronteras del conocimiento humano, muchas cosas maravillosas pierden su carácter maravilloso. No así el parto; cuanto más sabemos, más nos maravillamos ante la gran complejidad de las células que se dividen en diferentes direcciones para convertirse en un ser humano.
Para el judaísmo, el nacimiento es un acontecimiento tan extraordinario en el cual la divinidad misma está involucrada: “Son tres los socios que intervienen en la creación del bebé, un hombre, una mujer y Dios”, dicen nuestros sabios.
Ello se evidencia también en el ritual y las costumbres. Las mujeres suelen decir birkat hagomel, que es la oración pública de agradecimiento luego de superar una circunstancia de peligro, y el padre es llamado a la Torá en el Shabat posterior al parto, en la cual se recita una bendición especial para la madre y su criatura.
Aun así lo que comienza con el mayor placer podía terminar en el mayor dolor.
La Torá siempre combina lo físico y lo espiritual. Su enfoque es lo que hoy en día se denomina "holístico". Los rituales que se presentan aquí en la Torá están diseñados para dar tiempo y atención a la madre para que pueda recobrar fuerzas y recuperarse de lo que suele ser una experiencia emocionalmente cargada. Y ella necesita tiempo para adaptarse luego del estrés, el agotamiento, y la ansiedad asociados generalmente al nacimiento.
Mediante la yuxtaposición en la Torá del parto con un trance difícil, el mensaje es que cada vez que el cuerpo pasa por un momento de shock o de transformación, tenemos que ser sensibles a lo que la gente está pasando y ayudarles en el proceso de sanación y vuelta a la normalidad.
Las situaciones límite por las que atravesamos nos pueden brindar un mayor sentido de apreciación por vida cuando todo sigue su curso normal, y de gratitud cuando somos favorecidos con una ansiada recuperación. Una visión integral incluye tanto lo físico y lo espiritual.
Las oraciones de agradecimiento por el nacimiento de un hijo o una hija son ocasiones únicas en la vida de los padres para expresar los sentimientos más profundos en un contexto de Torá y tradición, generación tras generación.
Rabino Daniel Kripper
Beth Israel Aruba
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