jueves, 12 de noviembre de 2015

Toldot 5776

Los rabinos de la UJCL escriben sobre la Parashá de la semana

Rabino Daniel Kripper
Beth Israel Aruba

De una lectura comparativa sobre las vidas de Abraham  e Itzjak, padre e hijo, se percibe un notorio contraste, que ya ha sido señalado por Adin Steinsaltz entre otros grandes comentaristas bíblicos.

Abraham es el que revela el monoteísmo, y lo disemina en forma activa e infatigable, mientras que Itzjak es descripto en tono menor, continuador más bien pasivo del legado paterno.

En la Akedá, o la atadura al altar,  por ejemplo, él es llevado al monte Moriá por Abraham, así como más tarde se le procura una esposa a través de Eliezer, siervo de Abraham, quien la elige y la trae al hogar del patriarca.

Aparentemente Itzjak es más quieto y paciente, en marcada diferencia con el protagonismo fervoroso de su padre.


Esta característica se trasluce en el encabezamiento  de la parashá Toldot, que significa genealogía, historia. El versículo inicial sugiere que se nos narrará acerca de la vida y logros de Itzjak, pero después de mencionar que fue el hijo de Abraham, el texto se enfoca en el nacimiento y episodios de la generación siguiente, Jacob y Esav.


Parecería que su misión de vida hubiese sido casi de servir de eslabón biológico entre Abraham, fundador de la fe judía, y Jacob, fundador de la nación judía. Por consiguiente nos es dado preguntar acerca de quién fue realmente Itzjak, y cuál fue su contribución a la civilización judía.

El rabino Steinsaltz descubre en un hecho puntual una clave sobre el carácter único de Itzjak:

“Volvió Itzjak y cavó los pozos de agua que habían cavado en los días de Abraham, su padre, y que habían obstruido los filisteos” (Gn. 26:18). Además vuelve a asignarles un nombre, el mismo que les había dado su padre. Estos pozos, con sus respectivos nombres, aluden simbólicamente a las fuentes espirituales que descubrió Abraham.

Abraham fue la fuerza motora de su generación, abrió nuevos horizontes ético-espirituales, pero sin la firme dedicación y compromiso incondicional de Itzjak, las realizaciones de su padre tal vez se habrían perdido. Él evitó con constancia  el intento de  quienes, como los filisteos, pretendían profanar dichas fuentes y  bloquear a la corriente del monoteísmo incipiente.

A Itzjak le cupo la ardua tarea de preservar y fortalecer la senda trazada por su padre, al reabrir los pozos del nuevo ideario espiritual, re-designándolos con el mismo nombre, para difundirlo entre las personas que buscaban sus inspiradoras aguas. Para cumplir este rol, él tuvo que poner entre paréntesis cualquier ambición personal que tuviera para sí, y actuar consecuentemente a la sombra de su padre.

Paradójicamente detrás de dicha pasividad se oculta sin duda una resuelta determinación de conservar la esencia contra viento y marea,  pese a las presiones sociales de su tiempo, lo que refleja su fuerza interior y su coraje moral.

Itzjak representa pues el paradigma de digno seguidor y sucesor de la herencia de sus padres, un notable ejemplo de fidelidad y convicción para cada generación.

Rabino Daniel Kripper
Beth Israel Aruba

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