jueves, 19 de noviembre de 2015

Vaietzé 5776

Los Rabinos de la UJCL escriben sobre la parashá de la semana Rabino

Rabino Darío Feiguin
Congregación B´nei Israel, Costa Rica

Entre el sentimiento y lo que corresponde

La aparición del amor, a partir de una inusual instancia romántica, es un punto clave en el desarrollo de la Parashá de la semana, Parashat Vaietzé. Es especialmente inusual porque aparece en un mundo en el que los matrimonios eran “arreglados” después de un acuerdo económico entre las 2 familias.

El joven Iaakov había escapado de su hermano Esav hacia Jarán. Allí se enamora de Rajel. Trabaja 7 años para ser merecedor de desposarla. Pero es engañado, y a su carpa ingresa la otra hermana: Leá.

El argumento del mentiroso de turno es: “Lo iaasé ken bimkomeinu”.

Dice Laván: No es la costumbre en nuestro lugar que se case la menor antes que la mayor.
El amor de Iaakov por Rajel choca con la costumbre del lugar, pero lo cierto es que casi siempre lo que uno siente y lo que corresponde, van por canales separados.

Las costumbres arbitrarias y hasta absurdas, cambian con las épocas, pero sería una torpeza creer que uno podría sobrevivir en nuestro mundo decidiendo sólo en base a lo que siente, sin tener en cuenta también lo que los demás esperan que uno haga, producto de una convención social.

Al mismo tiempo, si uno vive aceptando las reglas sociales sin escuchar a su corazón, tarde o temprano se enfermará de infelicidad.

¿Qué hay que hacer? ¿Lo que se debe o lo que se siente?

Iaakov hizo las 2 cosas. Se tuvo que resignar ante la presión de afuera, y para poder tener a su amada Rajel a su lado, tuvo que trabajar otros 7 años más, porque así era la costumbre.

Lo que a veces hacemos, es elegir y hasta crear más pequeños marcos de pertenencia social en los que podemos compartir con los demás algunos valores, tradiciones, costumbres y hasta una forma de vida, que nos permita hacerle lugar a nuestros sentimientos, y que nos deje, al mismo tiempo, ser como somos y no como deberíamos ser.

El marco más firme y contenedor para este fin es la familia.

Pero ese marco se puede estirar. Una Comunidad puede ser un espacio en el cual no solo estemos obligados a hacer lo que se espera de cada uno, o lo que es una convención o una costumbre, sino también podemos llenarlo de afecto, de compromiso y de pasión, donde haya espacio para lo espontaneo, sin clichés, sin formalismos a-priori.

El choque entre el amor de Iaakov y la costumbre del lugar, es el choque entre los sentimientos y las convenciones sociales, pero es también el choque entre tradición y cambio, entre continuidad y quiebre, y al mismo tiempo, entre aceptación y rebeldía, entre conformismo y búsqueda, entre sometimiento y creatividad.

Él, como su abuelo Abraham, como lo será Moshé Rabenu, como Isaías y Rabi Akiva, como el Rambam y el Baal Shem Tov; ellos, los individuos apasionados y comprometidos; quienes dedicaron sus vidas a la búsqueda de un camino que sea continuidad y que sea propio al mismo tiempo; ellos marcan un sentido.

Ojalá también cada uno de nosotros pueda descubrir el propio.

Rabino Darío Feiguin


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