Los Rabinos de la UJCL escriben sobre la Parashá de la semana
Rabino Gustavo Kraselnik
Congregación Kol Shearith Israel, Panamá
En Parashat Behar, la primera de la doble
porción de esta semana, encontramos una de las leyes más revolucionarias
de toda la Torá: Shnat Haiovel, el año del Jubileo, el año cincuenta.
Este año era la culminación (o el inicio, de acuerdo a algunos exegetas) de un ciclo de siete períodos de siete años, como dice la Torá (Lev. 25:8-9) “Contarás siete semanas de años para ti, siete veces siete años, para que tengas el tiempo de siete semanas de años, cuarenta y nueve años. Entonces tocarás fuertemente el Shofar el décimo día del séptimo mes."
Este año era la culminación (o el inicio, de acuerdo a algunos exegetas) de un ciclo de siete períodos de siete años, como dice la Torá (Lev. 25:8-9) “Contarás siete semanas de años para ti, siete veces siete años, para que tengas el tiempo de siete semanas de años, cuarenta y nueve años. Entonces tocarás fuertemente el Shofar el décimo día del séptimo mes."
Este poderoso toque de Shofar es el que termina
dándole nombre al año. La palabra Iovel aparece como sinónimo del Shofar en el
libro de Shmot (Éxodo 19:13): “Cuando suene el Iovel ellos subirán al
monte.”
Volviendo a las particularidades del Shnat
Haiovel y tal como explica nuestra Parashá, ese año descansaba la tierra (igual
que en el sabático), se proclamaba
la liberación de todos los esclavos israelitas y se devolvía la posesión de
las tierras a sus dueños originales.
Por
cierto, uno de los versículos de nuestra Parashá sobre el tema, “Proclamareis
la libertad en la tierra para todos sus habitantes” (Lv. 25:10), aparece grabado
en la Campana de la Libertad que se encuentra en Filadelfia y que se tocó
para convocar a los ciudadanos a la lectura del acta de la
independencia de los Estados Unidos. La campana con el versículo en
cuestión, constituyen un símbolo de la libertad y de la lucha contra la
esclavitud.
Podemos suponer que la motivación del año del
Jubileo apuntaba a devolver a la sociedad cierto equilibrio en su dinámica
económica, evitando la creación de latifundios y la acumulación de riqueza;
así como brindar a cada familia la posibilidad de un nuevo comienzo. Sin
embargo, en el texto bíblico, salvo una mención específica en el libro de Números (36:4) sobre el año del Jubileo, no
tenemos más pruebas de que se haya puesto en práctica. En los profetas
clásicos aparece mencionada la liberación de esclavos, pero no vinculada a
una fecha específica ni asociada a las otras leyes del jubileo.
Más allá de si tuvo impacto real en la vida de la
gente a lo largo de los siglos, el Iovel sí dejó marca en nuestro idioma. De
esa misma raíz provienen las palabras “júbilo” (grito de alegría asociado al
toque del Shofar de la proclamación) y “jubilado” (posiblemente la
culminación del periodo de trabajo al cumplirse los 50 años). Sin embargo,
como me dijo alguien, en nuestros tiempos júbilo y jubilado no parecen ir
de la mano. Puede que sea cierto, pero esa es otra historia.
No quisiera finalizar sin referirme a un concepto
significativo que trae el rabino Jonathan Sacks en su libro “lecciones de liderazgo”. En su comentario
sobre la Parashá destaca la conexión que hay entre la cuenta de los 49 años
para llegar al Shnat Haiovel y la cuenta de los 49 días del Omer que nos
lleva a Shavuot, que aparece en Parashat Emor.
Citando al Talmud (Menajot 65b) explica que la
diferencia entre ambas Mitzvot radica en que la Cuenta del Omer está en plural (“contaréis siete semanas completas.
Contaréis cincuenta días…” Lv. 23:15-16) por lo que es una Mitzvá que debe
cumplir cada judío; mientras que la Cuenta del Iovel está en singular (“Contarás
siete semanas de años… Id. 25:8) y de allí que la obligación de hacerla
recaiga sólo en el Beit Din, en el Tribunal rabínico y no en cada
individuo.
El
rabino Sacks encuentra un mensaje valioso en esta sutil diferencia: Como
personas contamos los días, pero como dirigentes, debemos contar los años.
Aquellos
que somos líderes - en cualquier campo -, tenemos la obligación de mirar
más allá de lo inmediato, del corto plazo. Por eso intentemos proyectar el
alcance de nuestra vista hacia el horizonte, enfoquemos las luces largas y
pensemos siempre en las implicancias futuras de nuestras decisiones
actuales.
Shabat Shalom
Gustavo
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