jueves, 10 de agosto de 2017

Ekev 5777

Los Rabinos de la UJCL escriben sobre la Parashá de la semana

Rabino Gustavo Kraselnik
Congregación Kol Shearith Israel, Panamá

En el mundo de las matemáticas, la propiedad conmutativa es atributo de las sumas y las multiplicaciones en las cuales el resultado de operar dos elementos o dependen en el orden en que se tomen. Dicho comúnmente: “el orden de los factores no altera el producto”.

Podríamos suponer que en el mundo de la exégesis bíblica se da algo parecido a partir del famoso principio hermenéutico “Ein Mukdam Umeujar Batorá”, No hay ante ni después en la Torá, que cita el Talmud (Pesajim 6b) dando a entender que la narrativa bíblica no necesariamente sigue una secuencia cronológica permitiendo así armonizar “aparentes” dificultades o contradicciones que presenta el texto.

Sin embargo, también lo opuesto puede darse, es decir, la lectura minuciosa del texto permite identificar situaciones en donde no se aplica la conmutatividad y un orden diferente de las palabras permite hilvanar nuevos significados y enseñanzas relevantes

Un ejemplo de ello, que la traducción generalmente no permite apreciar, aparece en un pasaje de nuestra Parashá, cuando Moisés en su racconto de la experiencia vivida en el desierto, comparte con el pueblo el episodio del becerro de oro y el momento en el cual rompe las tablas de la ley. Luego, tras lograr el perdón divino, recibe las instrucciones para las nuevas Tablas (Deut. 10:1):

“En aquel tiempo Dios me dijo: “פסל לך - PSal LeJá” Esculpe para ti dos tablas de piedra como las primeras…”

Por supuesto que estas segundas tablas que iba a esculpir Moisés no serían iguales a las primeras que habían sido hechas y escritas por Dios, pero esa es otra historia. Lo que quiero destacar son las palabras del mandato de Dios a Moisés: “פסל לך - PSaL LeJá.

Estas mismas palabras (recuerden que el hebreo se escribe sin vocales) pero en orden inverso aparecen en la Parashá anterior (Vaetjanan), en el segundo de los Diez Mandamientos cuando Dios instruye al pueblo y le dice “(no harás) para ti ídolos”, לך פסל – LeJá PeSeL. (Id 5:8)

En una brillante apreciación, una enseñanza jasídica destaca la diferencia entre “Lejá Pesel” y “Psal Lejá”, las mismas palabras, pero en orden inverso: Cuando el “Lejá – para ti” viene primero, te conduce a la idolatría, mientras que cuando viene después, te lleva a las Tablas de la Ley. (Iturei Torá, Vol. VI pág. 71). coloca

De acuerdo con esta interpretación, cuando te sitúas de primero, cuando te antepones a todos los demás y tu ego te lleva a considerarte el centro del universo, estás siendo idolatra, estas traicionando tus convicciones y te colocas en el lugar de Dios.

Por el contrario, si no te ubicas en esa posición, si comprendes que el yo no va primero, sino que está a la par de un tú, o de un él o ella; si asumes que el yo es parte de un nosotros, entonces te instalas a la sombra de las Tablas de la Ley, eres un portador de esas Tablas que pretenden sentar las bases de una sociedad justa y solidaria.

No, en cuestiones de relaciones y de actitud, la propiedad conmutativa no puede aplicarse. El orden de los factores modifica sustancialmente el producto.

Shabat Shalom
Gustavo

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