Los Rabinos de la UJCL escriben sobre la Parashá de la semana
Rabino Darío Feiguin
Congregación B´nei Israel, Costa Rica.
“Shemá Israel”
El Gobierno de los Romanos decretó la prohibición para los judíos, del estudio y la práctica de la Torá. Cuenta la Agadá que Papus ben Iehudá encontró a Rabí Akiva enseñando públicamente los textos sagrados. Le preguntó: Akiva! No tenés miedo del Gobierno?
A lo que Rabí Akiva le contesto: Te voy a responder con una parábola:
Un zorro estaba caminando en la costa de un río cuando vio grupos de peces que iban de un lado a otro. ¿De qué están escapando?, preguntó. De las redes de los pescadores”, respondieron los peces.
El zorro, como era su costumbre, hizo una de las suyas. Les dijo: “No quieren venir acá afuera y secarse, así vivimos en armonía como vivieron nuestros ancestros?. Les respondieron: ¿Y vos sos a quien llaman el más astuto de los animales?. No sos el mas astuto, sino el mas estúpido. Si estamos con miedo en nuestro medio, allí afuera, donde no es nuestro medio, sin dudas moriremos!
Lo mismo nos pasa a nosotros, agregó Rabí Akiva. Si nos es difícil vivir esta realidad en nuestro medio en el que estudiamos Torá, de la que está escrito que es “Jaiéinu veórej iaméinu“, “nuestra Vida y la longevidad de nuestros días”, si nos alejamos de ella y nos vamos afuera de nuestro medio, estaremos mucho peor!
Sigue diciendo la misma Agadá del Talmud, que poco después de este episodio, tanto Rabi Akiva como Papus be yehuda fueron arrestados y puestos en prisión. Se encontraron en la cárcel. Y le pregunto Rabi Akiva: Papus, ¿quién te trajo acá? Contestó: Dichoso sos vos Rabi Akiva, que caíste preso por ocuparte de la Torá!. Yo caí preso por ocuparme por cosas banales.
Cuando Rabí Akiva fue llevado a ser ejecutado, era la hora de recitar el Shemá, y mientras torturaban su cuerpo con hierros, él aceptaba el reino de los cielos sobre sí mismo y sobre su destino.
Sus discípulos le preguntaron, querido Maestro, ¿Cuánto vas a aguantar?, y el les respondió: Todos mis días tuve problemas para entender el pasuk ”Uvjol meodéja”, que significa literalmente: con todo tu “mucho”, es decir: “con toda tu alma. Y lo interpreté así: incluso si El te quita tu alma. Y me preguntaba ¿Cuándo tendré la oportunidad de cumplir con esto? y ahora que la tengo, ¿no la voy a cumplir?. Y prolongó la palabra EJAD, que significa “único” acentuando la ultima letra “dalet”, para expirar pronunciándola.
Y así es como decimos el Shemá: Prolongando la palabra “Ejad”, y pronunciando la “dalet” acentuada, como si ese fuera nuestro último suspiro.
Dice la agadá, que en ese momento se escuchó una voz celestial que proclamó: “Feliz eres tu, Akiva, ya que tu alma partió con la palabra Ejad”.
Esta semana, en nuestra Parashá, leemos entre otras cosas, el Semá, la declaración de fe del Judaísmo.
” Shemá Israel, Adonai Eloheinu, Adonai ejad”
“Escucha, Israel, Adonai es nuestro D´s, Adonai es único”
Escucha Israel. Escucha, porque no hay nada que ver ni tocar.
Escucha y trata de entender lo imprescindible, de palpar el misterio de lo sublime, de percibir un eco de Su Presencia.
Él es Uno y no muchos. Él es único, diferente a todo lo demás. Es pasado, presente y futuro. Es eterno hasta en su nombre simbólico de cuatro letras impronunciables. Es el D’s de todos, quien impone la hermandad de los humanos, y marca el comienzo y la garantía de la Ética. Una ética basada y preservada por la idea monoteísta, a partir de la cual, frente a El, todos somos iguales, como hermanos frente a su padre.
Afirmamos estas ideas al amanecer, antes de comenzar a correr a través de las horas del día, y al anochecer, antes de frenar a descansar.
Esta frase tan cortita y tan contundente, nos marca un camino.
Nos habla de amar a D's y de transmitir ese amor a nuestros hijos y a través de las generaciones.
Pero si me permiten, hay algo más que la idea revolucionaria del monoteísmo ético y de la transmisión de sus valores.
A partir del relato Talmúdico de Rabí Akiva, y desde entonces a través de toda la Historia, el Shemá se convirtió también en una declaración que va más allá de la Fe. Que tiene que ver con la esencia misma del ser judío.
Aún judíos que se dicen no creyentes, escuchan estas palabras y se les eriza la piel. Aún judíos no observantes de las Mitzvot siguieron el ejemplo de Rabí Akiva en las hogueras de la Inquisición, en los brutales Pogroms de la Rusia zarista, y en las barracas de los Campos de Exterminio Nazi.
¿Por qué? Se me ocurre que más allá de los condicionantes de la fe y la ética, nos enfrenta con nuestra condición.
Como quien quiere huir de si mismo y no puede. Si lo pongo en términos Sartreanos, diría: estamos condenados a ser nosotros mismos y el Shemá nos enfrenta ante esta realidad.
Podemos elegir caer en las ganas del zorro de turno y salir a buscar afuera de nuestro marco conocido y propio, o intentar buscar las respuestas, aún cuando sea difícil, dentro de nuestro marco natural.
Podemos elegir llegar a nuestro inevitable final como Papus ben Iehudá, sin esa enorme sensación de haber encontrado significado en la Vida, o llegar como Akiva ben Iosef, o tal vez como el mismísimo Moshé Rabeinu, que no entró a la Tierra de Israel como lo soñó, pero que murió viendo desde el monte Nevó, que su Vida valió la pena, y que los que venían detrás, iban a continuar su obra.
Tal vez, haya que vivir como las palabras del Shemá, con todo “lo mucho” que podamos, agradeciendo cada amanecer y cada anochecer. Tal vez haya que buscar mejor dentro de nuestro propio marco natural, y no dejarnos encandilar por un afuera incierto. Tal vez, haya que intentar dejarles ese legado a nuestros hijos y continuadores. Y tal vez, cuando nos llegue la hora, una voz del cielo haga retumbar su eco de significado, y tendremos la certeza de que lo hemos intentado, y comprendamos dentro de nuestras almas el sentido del “Ejad”, esa unidad a la cual volveremos a unirnos para la Eternidad.
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