Los Rabinos de la UJCL escriben sobre la parashá de la semana Rabino
Rabino Dana E. Kaplan
The United Congregation of Israelites
Kingston, Jamaica
¿Creemos nosotros, judíos progresistas, en la resurrección de los muertos?
La resurrección de los muertos ha sido una de las doctrinas judías más controversiales desde la antigüedad. La resurrección es básicamente la creencia de que los muertos revivirán en sus propios cuerpos, para vivir de nuevo sobre la tierra. Un dogma principal de la escatología tradicional judía, al lado de la creencia en la venida del mesías, la resurrección ha sido fuertemente documentada desde el período macabeo (segundo siglo AEC) hasta nuestros días.
En el Talmud encontramos un texto interesante del Rabino Simai como evidencia de la resurrección de los muertos, que sirve como referencia para la parashá de esta semana, Vaera.
“También establecí Mi pacto con ellos (nuestros Ancestros), para darles la tierra de Canaán, la tierra de sus peregrinaciones, donde habían morado como extranjeros” (Éxodo 6:4).
En Masejet Sanhedrín 90b, Rabí Simai comenta que el Éxodo 6:4 no dice “para darte a ti” sino “para darles a ellos”, lo que implica que Dios daría la tierra a los Ancestros personalmente y, por consiguiente, ¡Dios les resucitaría a fin de cumplir con esa promesa!
Los minim (seguidores de otra secta judía) le preguntaron entonces a Raban Gamliel: ¿De dónde sabemos que El Santo, Bendito sea, resucitará a los muertos? Él les respondió que lo sabemos a partir de múltiples fuentes, de la Torá, los Profetas y la Hagiografía; sin embargo, los minim no aceptaron ninguno de estos textos como prueba definitiva. Los saduceos rechazaban la creencia en la resurrección de los muertos, principio básico en el que creían los fariseos, por lo que esta referencia podría aplicarse a ellos.
Los Sabios subrayaron la importancia de esta doctrina. El capítulo 10 de Mishná Sanhedrín comienza: “Todo Israel tiene parte en el mundo venidero, pues fue dicho (en Isaías 60:21): ‘Y Tu pueblo, todos ellos serán justos, heredarán para siempre la Tierra…’ y los siguientes no tendrán parte alguna en el mundo venidero: uno que dice: “No existe la resurrección de los muertos…’” En la época medieval, Maimónides eligió la resurrección como el último de sus 13 principios de fe. A pesar de su importancia, fue rechazado por la mayoría de los pensadores judíos modernos del siglo XIX.
Se creía que la creencia en la resurrección había sido desplazada por razonamientos filosóficos naturales. En la conferencia rabínica celebrada en Filadelfia, Pensilvania, en 1869, los rabinos presentes – reformistas radicales en su mayoría – acordaron que la creencia en la resurrección del cuerpo no tenía fundamento alguno en el judaísmo moderno, y que la creencia en la inmortalidad del alma debía servir como su sustituto en futuras ediciones del Sidur.
El movimiento reformista americano sacó este concepto de la liturgia, reemplazando Mejaié Hakol, “el Dios que da vida a todos”, por la frase original Mejaié Hametim, “el Dios que trae a los muertos de vuelta a la vida”. Sin embargo, el concepto está volviendo efectivamente, si bien poco a poco, a nuestro sistema de creencias. Entonces, ¿qué ha pasado?
Pudiera ser que necesitamos que nuestra religión imparta algún grado de misterio. A partir de la Emancipación y la Ilustración, nosotros, judíos progresistas, hemos procurado imbuir nuestra religión de rigurosa erudición. Un proyecto noble, señal de nuestro compromiso con la reconciliación entre racionalismo y fe. Pudiera también ser demasiado lógico.
Después de todo, la religión no es necesariamente lógica. Pudiera ser que no pretendiéramos darle sentido a nuestro judaísmo en el significado convencional del término. Basta con ver el movimiento Jabad. Solo compare su ideología, poco convencional por decir menos, con el tremendo entusiasmo que pueden generar en determinados círculos.
Pudiera ser que no seamos capaces de comprender el misterio de estar vivos únicamente a través del discurso racional, a pesar de estudiar fervientemente a Maimónides. Necesitamos combinar la lógica con una introducción al reino de lo trans-racional. De lo contrario, podríamos perder de vista el objeto que pretendemos capturar.
Ignoramos lo que pasa después de la muerte. Si rezamos a Dios para Mejaié Hametim, traer a los muertos de vuelta a la vida, podemos interpretar esto simbólicamente, en vez de literalmente. Sin embargo, esto nos ayuda a entrar al reino del mundo de Dios a fin de imaginar cómo sería la experiencia mística, tan esencial para la religiosidad. Y para ello, creo que tiene gran importancia en nuestra relación con Dios y en nuestra búsqueda de una espiritualidad profundamente sentida.
Shabat Shalom.
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