jueves, 29 de mayo de 2014

Nasó 5774

Los rabinos de la UJCL escriben sobre la Parashá de la semana

Rabino Daniel Kripper
Beth Israel, Aruba


Te bendiga Adonai y te  guarde.
Te ilumine Adonai con Su Presencia y te agracie.
Dirija Adonai Su benevolencia hacia ti y te conceda la paz.
(Núm. 6:24-26)

Uno  de los pasajes mejor conocidos de nuestra herencia religiosa es esta triple bendición sacerdotal que encontramos en la parashá de esta semana.

¿Qué es una bendición?  ¿Cómo una persona puede bendecir a otra?  ¿Puede una persona cambiar el futuro o la fortuna de otro, por decir unas pocas palabras?  Por supuesto la plegaria ayuda, pero ¿cómo puede servir el hecho de bendecir a otro?

Nuestros sabios nos enseñan que la verdadera bendición proviene de las acciones de la persona.  El midrash cita un famoso juego con la palabra berajá, bendición, y berejá, fuente de agua, sugiriendo que una persona debe conceder una bendición de la misma manera que una corriente de agua depura y purifica, y llega a refinar lo que baña.

Esa fue la cualidad de Abraham: él enseñó a sus descendientes que la Bendición está asociada a un ejemplo noble y positivo.

Los cohanim cargaban con la misma responsabilidad.  Nuestra tradición nos dice que ellos eran los primeros mentores en los albores de nuestra historia.  Ellos debían enseñar a través de un paradigma de excelencia, con acciones que reflejaran el espíritu de nuestro patriarca Abraham.  Y actuando de esta manera ejemplar, los cohanim se imbuían de la bendición que ellos mismos derramaban sobre otros.

Esto aplica no solo para los cohanim en el templo de antaño.  Los esfuerzos y trabajo de una persona, realizados con devoción y amor, pueden transformarse en la mejor fuente de bendición.  De repente, esa persona se convierte en modelo para otros y produce maravillas.  El esfuerzo y el tiempo que dedica intensifican su pasión por la causa a la que sirve, y finalmente resultan todavía más enriquecedores.

Cuanto mayor la responsabilidad que tenemos respecto de otros, y cuanto más nos brindamos hacia ellos, mayor será también nuestro crecimiento personal, y mayor será la bendición que podamos dar y recibir.

Abraham fue sumamente bendecido, pues fue una fuente de bendiciones para todos sus vecinos, del mismo modo que cada uno de nosotros puede ser agraciado por la bendición divina, en la medida que actuamos como fuente de luz e inspiración para otros.

Rabino Daniel Kripper
Beth Israel, Aruba

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