El pasado lunes 30 de junio, en vísperas de la Toma de Posesión del nuevo Gobierno encabezado por el Ing. Juan Carlos Varela se realizó una Misa de Acción de Gracias en la Basílica Menor de Don Bosco. El rabino Gustavo fue invitado a compartir unas palabras:
Distinguidas autoridades, apreciados amigos y amigas, buenas tardes
En primer lugar quiero agradecer a Monseñor José Domingo Ulloa la oportunidad de compartir una breve reflexión en esta eucaristía. Sin duda esta invitación da testimonio del espíritu de fraternal convivencia que siempre ha caracterizado a la república de Panamá.
Permítanme comenzar con un pasaje de la exegesis rabínica (Midrash Raba 24:7):
Preguntan los sabios: ¿Cuál es el versículo más importante de toda la Torá? Rabi Akiva un destacado y celebre maestro que vivió en el siglo II de la era Común elige el conocido texto del levítico: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo, yo soy El Señor”. (Lev 19:18). En su visión es el amor por el hombre y la humanidad, el valor principal en el que deben sustentarse las relaciones entre las personas.
Por el contrario, su contemporáneo Simon Ben Azai, escoge un versículo menos conocido. El inicio del capítulo 5 del Génesis: “Esta es la lista de las generaciones de Adán: El día en que Dios creó a Adán, le hizo a imagen de Dios.” Para este maestro, el valor central radica en la noción de que cada ser humano ha sido creado a imagen de Dios.
Les confieso que comparto la elección de Ben Azai.
Se cuán importante es el amor al prójimo como motivador de la bondad, pero creo que en última instancia, es el reconocimiento de la santidad de cada persona, el norte que debe orientar nuestras acciones. Fuimos creados a imagen de Dios, esa es la afirmación radical de la experiencia religiosa.
Desde esta perspectiva, la dignidad de cada individuo, expresada también en la declaración internacional de los Derechos Humanos, debe ser el compromiso fundamental de la gestión en general y de la gestión pública en particular.
La búsqueda del bien común como objetivo central y la vocación de servicio, de servir a otros, como piedra basal de la función pública, son los instrumentos vítales para que los gobernantes, actuando siempre con integridad y entereza, hagan realidad las aspiraciones compartidas de construir juntos una sociedad que refleje el ideal profético de paz y justicia, de unión y bienestar para todos sus habitantes.
En pocas horas, un nuevo gobierno tomará posesión y con su arribo se renuevan las ilusiones y las esperanzas.
El fortalecimiento de la institucionalidad democrática, la independencia de los poderes del estado y el respeto por la diversidad deberán acompañarse de una gestión que fomente el desarrollo integral de todos sus componentes, consagrando especial esfuerzo por satisfacer las necesidades de los sectores marginados, generando las oportunidades que les permitan salir del círculo de pobreza en el que se encuentran.
Con este espíritu, elevemos juntos una plegaria, que el Dios de los muchos nombres, derrame sus bendiciones sobre el presidente electo de la República de Panamá y su señora esposa, sobre la vicepresidenta electa, sobre los ministros y funcionarios que mañana inician su misión, sobre la República de Panamá, tierra de armonía y encuentro, y sobre el maravilloso pueblo, diverso y multicultural, que en ella reside.
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