jueves, 22 de enero de 2015

ONU: Panamá en reunión sobre antisemitismo


Compartimos la ponencia de la Embajadora Laura Flores, Representante Permanente de Panamá ante las Naciones Unidas (y miembro de KSI), en el marco de la Reunión Informal de la Asamblea General sobre el incremento en la violencia Antisemita realizada el 22 de enero de 2015


Señor Presidente,

Mi delegación agradece la oportunidad que ofrece esta reunión informal para discutir un tema que nos preocupa como país amante de la paz, promotor de los derechos humanos y de la libertad de expresión.

Panamá se adhiere a la declaración conjunta pronunciada por Israel.

Nos parece apropiado que este intercambio se dé a pocos días del Día Internacional de la Conmemoración de las Víctimas del Holocausto, próximo 27 de enero.

Los recientes ataques en Francia y las estadísticas de los últimos años en Europa y el mundo, trágicamente nos confirman que el antisemitismo está vivo y fácilmente puede detonar actos de violencia extrema y de terrorismo.

En realidad la violencia extrema no tendría cómo nacer si no aprendiéramos que lo diferente, bien sea por religión u otra condición, debe ser excluido.

Señor Presidente

Es imposible conceptual y prácticamente separar el judaísmo y el Estado de Israel. Israel es el Estado Judío. Existe un vínculo ancestral y presente entre los judíos e Israel. Pero vale la pena recordar que la población judía a nivel global oscila entre 14 y 18 millones de personas (según se cuenten los descendientes de las parejas interreligiosas). De ellos, unos 6 millones viven en Israel y 5.5 en EEUU. La diáspora judía se encuentra en más de la mitad de los países del mundo, con el 98% concentrado en 18 países.

La presencia judía en Panamá se remonta a más de 150 años. La comunidad más antigua, Kol Shearith Israel, fue fundada en 1876 por judíos hispano portugueses que llegaron del Caribe. Otras olas de judíos europeos y judíos provenientes principalmente de Siria inmigraron a principios del siglo XX, fundando las otras dos congregaciones importantes de mi país.

Hoy día se calcula que en Panamá hay entre 13 y 15 mil judíos (4 de 1,000 personas); un tercio de los cuales son inmigrantes recientes, provenientes de países vecinos, principalmente por razones económicas, pero también por la percepción de una mayor seguridad para la comunidad en Panamá.

La integración de los judíos a la sociedad panameña fue exitosa en todos los campos. Panamá está entre los contados países del mundo que ha tenido presidentes judíos en más de una ocasión. Y como país multiétnico, donde se conjugan diversos cultos, creencias y culturas; la convivencia entre judíos y musulmanes, en un contexto principalmente católico, siempre ha sido buena, de hecho en varios casos judíos y musulmanes comparten negocios en nuestra Zona Libre. Y Además se dictan clases de judaísmo en el seminario de formación sacerdotal.

No obstante, sentimos algo de antisemitismo, sobre todo en las redes sociales durante la última guerra entre Hamas e Israel--a un nivel que nunca habíamos experimentado antes. Es alarmante la corriente de desprecio y odio que subyace a comentarios que hacen referencia al pueblo judío. Subrayo la importancia del lenguaje y cómo éste refleja y refuerza los estereotipos.

Ciertamente la proyección mediática de este prolongado conflicto en el Medio Oriente tampoco contribuye a construir la confianza necesaria para acabar con los estereotipos y menos para reiniciar el tan esperado diálogo de paz.

En este contexto actual es necesario promover y profundizar en el diálogo interreligioso, educar en la capacidad de empatía, de tolerancia, de entendimiento entre las diferentes creencias y culturas.

De hecho, otro testimonio de la convivencia armoniosa en Panamá es la labor del comité interreligioso. Su trabajo es ampliamente reconocido por toda la sociedad, al mantener un diálogo continuo entre judíos, cristianos y musulmanes, siempre apuntando a la paz y dignidad humanas.

Conocer mejor el fenómeno del antisemitismo, al igual que las causas de su persistencia en el tiempo y la ejecución de acciones destinadas a reducir el antisemitismo ofrecerían lecciones también para la causa contra los prejuicios contra otras minorías, antes de que estos sigan escalando en violencia.

Señor Presidente

Panamá es solo un ejemplo reciente de cómo podemos convivir diversas religiones en la misma geografía. En la historia del mundo en realidad son más los ejemplos de armoniosa convivencia que los que no. ¿Por qué hemos perdido como seres humanos esa capacidad de respetar la diversidad?

La erosión de la empatía y la creciente falta de tolerancia nos está llevando por un vertedero. No tenemos otra alternativa que actuar para reversar esta tendencia. Es preciso concientizar a la población, a la comunidad internacional del riesgo en el que se encuentra la comunidad judía y lo vulnerable que se ha convertido, en un mundo donde todavía convivimos con sobrevivientes de ese horrendo período de nuestra historia moderna, la Shoá.

Warren Goldstein, el Gran Rabino de Sudáfrica, en un reciente artículo declaró que “Cualquier país en el que un judío no puede vivir seguro y en paz es una señal premonitoria de que las fuerzas de la libertad, tolerancia, dignidad humana y santidad de la vida se encuentran bajo amenaza, y de que existen fuerzas tóxicas, lo cual socava la supervivencia misma de la sociedad.”

En Naciones Unidas tenemos la obligación moral de prevenir crímenes y atrocidades y de proteger al ser humano y sus derechos. A nivel personal tenemos la responsabilidad de no voltear la mirada ante palabras discriminatorias, racistas, de odio.

Escuchemos con atención lo que ya no son señales sino gritos de alerta y trabajemos juntos para transformar estas nefastas corrientes negativas en energía para lograr una mayor inclusión. Como sociedades del siglo XXI no podemos permitirnos retroceder ante la ambiciosa agenda global que tenemos por delante. Con la eliminación del antisemitismo construiremos una sociedad mucho más segura y lograremos, según la tradición judía, el tikkun olam: el mejoramiento del mundo.

Muchas gracias.

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