jueves, 8 de enero de 2015

Shemot 5775

Los rabinos de la UJCL escriben sobre la parashá de la semana


Rabino Rami Pavolotzky
Congregación B´nei Israel
San José, Costa Rica

Irat Shamaím, el temor reverencial a D-s

Al finalizar los estudios rabínicos, un estudiante que desea convertirse en rabino debe rendir un examen final ante un Beit-Din, es decir ante un jurado o tribunal rabínico. Para este examen hay que prepararse muy bien y estar dispuesto a contestar preguntas de todo tipo. Una anécdota cuenta sobre un joven candidato a convertirse en rabino, en cuyo Beit-Din se encontraba un rabino anciano y sabio. Éste le preguntó cuál era el máximo objetivo que un rabino se debería fijar para alcanzar, luego de muchos años de estar en una comunidad. El todavía estudiante intentó con diferentes respuestas, como hacer que la comunidad cumpla muchos preceptos, que los jóvenes se identifiquen plenamente con el judaísmo, que todos los miembros asistan a los rezos, etc. Sin embargo, si bien todos éstos eran deseos nobles y muy apreciados, ninguna de estas respuestas fue considerada correcta por el anciano rabino. Finalmente, éste le explicó al joven que el logro más alto al que un rabino de comunidad debe aspirar a largo plazo, es que los miembros de la comunidad desarrollen el sentido de Irat shamaim, literalmente el “temor al cielo”, metafóricamente el temor reverencial a D-s.

En la actualidad se suele utilizar este concepto para designar a una persona muy piadosa, que cumple puntillosamente con los preceptos de la ley judía, incluso cuando le es complicado, incómodo y hasta peligroso hacerlo. Una persona que se sacrifica para cumplir con las miztvot es considerada ieré shamaim, temerosa de D-s. Sin embargo, en el Tanaj, la Biblia Hebrea, el concepto es algo diferente.

Esta semana comenzamos a leer el libro de Shemot, la historia de la esclavitud del pueblo de Israel en Egipto y su posterior liberación. El Faraón quiere deshacerse del pueblo hebreo y por eso instruye a las parteras hebreas a matar a los bebés varones apenas nazcan. Sin embargo, la Torá nos cuenta que las parteras "temieron a Elohim" (Shemot 1:17) y dejaron vivir a los niños hebreos. Las parteras desobedecen la orden del Faraón de Egipto, algo por lo que sabían que podrían ser castigadas muy duramente. El motivo: el temor a  D-s.

Pero, ¿qué quiere decir que las parteras temían a D-s? Está claro que este temor no tiene nada que ver con un complejo sistema teológico, ya que no estamos hablando de rabinos eruditos, de profesores de la universidad ni de distinguidos intelectuales, sino de personas sencillas. Tampoco parece tener que ver con la observancia de una ley o de un código legal, pues éste era desconocido antes de la salida de Egipto. A primera vista, este "temor a D-s" parece estar relacionado con la intuición de que D-s demanda una conducta ética en el ser humano. Es difícil creer que las parteras meditaran sobre leyes y normas, y más bien me parece que simplemente se horrorizaron por la orden del Faraón. Probablemente sintieron que si hay un D-s en el universo, él seguramente repudia un acto tan deleznable como el de asesinar a un niño recién nacido. Las parteras descubrieron de repente, instintivamente, que sentían temor a D-s.

El hombre moderno ha perdido algo de ese temor reverencial por un ser que es superior a él. Cree a veces que puede actuar en el mundo sin que nadie le indique qué está bien y qué está mal. Es tan grande el poder del hombre en nuestros días, que le cuesta sentir horror por algo que no sea su propia muerte.
Debemos recuperar ese temor primitivo que sentimos instintivamente cuando estamos por hacer algo injusto, inmoral o deshonesto. Es bueno que lo podamos sentir, casi diría que es recomendable. Desde el punto de vista religioso, podríamos afirmar que ese temor a D-s es quizás más importante que la creencia misma en D-s (disculpen que no me extienda en esta afirmación, este es un comentario corto). No es el temor a ser castigados, sino la sensación de que debemos esforzarnos a cada instante por ser mejores personas, más sensibles, más respetuosas.

Ser judíos implica al menos intentar sentir un poco de ese temor religioso, sentir que debemos actuar de la manera correcta aún cuando nadie nos está mirando… o más bien que debemos hacerlo porque hay un D-s que nos está supervisando constantemente. Dejar de creer que somos los dueños del mundo y podemos hacer lo que se nos antoja, sin si quiera pensar en quien está a nuestro lado, si sufre, si le estamos causando daño, etc. Abandonar un poco la excesiva banalidad con que vivimos en la sociedad moderna, para volver a sentir que nuestro corazón vibra y se conmueve ante lo que es injusto e inmoral.

Mientras les cuento estas cosas, tengo la sensación recordar el diálogo entre ese anciano rabino y el joven estudiante acerca de la esencia de la vida religiosa… y resuenan en mis oídos las palabras irat shamaim, el temor al cielo. ¿Podremos volver a sentirlo?

¡Shabat Shalom!

Rabino Rami Pavolotzky
Congregación B´nei Israel
San José, Costa Rica

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