Rabino Guido Cohen
Asociación Israelita Montefiore - Bogotá, Colombia
La Parashá de esta semana es Parashat Vaiejí, la última porción del libro de Bereshit - Génesis, en la que se nos narra la muerte de nuestro patriarca Yaacov en tierra de Egipto.
El primer verisculo de la Parasha dice: "Yaacov vivió en la tierra de Egipto diecisiete años, y fueron los días de Jacob, los años de su vida, ciento cuarenta y siete años."
Una de los detalles que más llama la atención al leer este versículo es que la Torá decida separar los años que Yaacov vivió en Egipto del total de los años de su vida. No solo eso, sino que al referirse a los años que Yaacov vive en Egipto la Tora dice ' vivió' ('Vaiejí', palabra que le da nombre a la Parashá) y cuando se refiere a los años de su vida no dice 'Vivió' sino que dice simplemente que esos años 'fueron' .
El Midrash ('Sejel Tov' Bereshit 47) destaca esta diferencia y nos enseña que hay una diferencia entre 'vivir' y que nuestros días 'sean' o simplemente transcurran. Según este Midrash, estos diecisiete años en la vida de Yaacov fueron años de vitalidad, de placer, de paz. Estos años fueron plenos de bendición y por ello la Torá considera adecuado decir que Yaacov los vivió. Esta idea de que fueron justamente estos diecisiete años buenos y plenos en la vida de Yaacov se ve reforzada por el hecho de que, tal como nos enseñan nuestros sabios, el valor numérico de la palabra TOV (bueno) es justamente 17.
Sin embargo, la idea de que hayan sido estos los años que la Torá elige destacar de entre todos los años de la vida de Yaacov es un poco sorprendente. Recordemos que en otros momentos de su vida, Yaacov parece transitar instantes que merecen ser destacados a la hora de decir que 'vivió. Por citar sólo algunos ejemplos, podemos mencionar el sueño de la escalera, o la pelea con el ángel en Bet El.
Según nuestra tradición, la mudanza de Yaacov a la tierra de Egipto marca el comienzo del exilio. De hecho la palabra que se usa para decir que Yaacov se fue a vivir a Egipto es "vaiered", que significa 'y bajó'.
Más aún, la palabra Mitzraim (Egipto), conlleva un significado negativo, ya que viene de la palabra "tzara" que significa angostura, o quizá angustia. Los sabios de la tradición mística llevan el simbolismo aún más allá y enseñan que 'estar en Mitzraim' es sinónimo de estar en una etapa en la que lo divino está limitado y por lo tanto nos cuesta percibirlo. Tal es así, que años más tarde, cuando quiere revelarse a Moshé, Dios elige hacerlo en la zarza del desierto, y no en la tierra de Mitzraim, en donde prefiere no mostrar la luz de su rostro.
Y entonces ¿Por qué la Torá elige decir que Yaacov 'Vivió' precisamente esos diecisiete años de Mitzraim?
Al comentar este versículo, el Baal Shem Tov cita un versículo del Salmo 4 que dice "En la estrechez me has ensanchado" ("beTzar Hirjavta Li"). En lo estrecho, en la angustia, o dicho de otro modo en Egipto, Yaacov pudo verse ancho, es decir pleno.
Esta cita nos ayuda a entender por qué la Torá elige estos complicados diecisiete años de la vida de Yaacov para decir que Yaacov 'vivió'. En una situación en la que la capacidad de percibir lo divino estaba más obturada, en tiempos en los que habitaba un espacio que le era extraño, allí en tiempos de angustia y estrechez; Yaacov vivió. Al dividir el versículo de esta manera, la Torá destaca que Yaacov pudo vivir, incluso en situaciones en las que otros hubiesen dejado que sus días simplemente transcurran. Aún en Egipto, aún en la estrechez que impide contemplar y percibir la luz, Yaacov pudo gozar de la vitalidad. Hubiese sido más simple para la Torá destacar que Yaacov vivió en los años en los que Dios se le reveló en Bet El, o en los que recibió la bendición de Dios a través de su padre Itzjak. Sin embargo, lo meritorio, lo digno de ser destacado es la capacidad de Yaacov de vivir en Mitzraim, en tierra de estrechez y angostura y también allí encontrar vida. El Rabí Najman de Breslov nos enseña que aún cuando reconozcamos en el mundo un "puente angosto", lo importante es no temer, transitar la angostura. Ese fue el mérito de Yaacov, poder habitar lo estrecho y aún así reconocer en eso la bendición de la vida. Poder percibir la luz de lo vital, aún en un espacio, o en una situación, en los que esa luz parece lejana e inalcanzable.
Y ¿Qué le permitió a Yaacov percibir esa luz de vida, aún en tierra de angostura y exilio? Probablemente fue su sensación de bienestar consigo mismo y la armonía en su familia. Por más Mitzraim que estuviera atravesando, Yaacov veía a su familia reunida nuevamente después de muchos años. Después de creer durante tantos años que Yosef había sido devorado por un animal salvaje, Yaacov puede volver a abrazarlo y bendecir a sus hijos. Nada tiene para él más vida que ese reencuentro con los suyos. Yaacov no necesita buscar la bendición que llega desde arriba, como encontró en su juventud, porque ahora percibe bendición abajo, en la realidad concreta del encuentro con su hijo en la posibilidad de volver a ver reunida a su familia. La Torá destaca justamente estos 17 años de la vida de Yaacov como años que Yaacov 'Vivió', porque pudo sobreponerse a lo angosto y hacer vida, aún en momentos en los que otros hubieran simplemente dejado que los días pasen. El primer versículo de nuestra Parashá es entonces inspiración para que aún en momentos en que sintamos que no podemos contemplar esa luz, que no podemos percibir esa bendición que nos llega desde arriba, podamos encontrar la bendición más pura y plena en aquello que nos rodea, que es lo que también nos da vida.
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