jueves, 22 de octubre de 2015

Lej Lejá 5776

Los Rabinos de la UJCL escriben sobre la parashá de la semana. 

Por el Rabino Guido Cohen 
Asociación Israelita Montefiore Bogotá, Colombia.

En la parashá de esta semana, Dios le promete a Abraham que tendrá una gran descendencia. Lo hace más de una vez, utilizando poderosas metáforas para ilustrar la promesa. En Bereshit 13:16 le promete que su descendencia será como el polvo de la tierra y en 15:5 como las estrellas del cielo, que no pueden contarse.

La afirmación de Dios de que 'no pueden contarse' da lugar a la tradicional costumbre de que no solemos contar cuántos judíos hay en cierto lugar, pues eso sería desconfiar de cuántos somos. Es muy común ver a quienes aún saben Yiddish, contar para un Minian diciendo 'nisht eins, nisht tsvey, nisht dray' (no uno, no dos, no tres...) por este motivo. Si Dios dijo que no podríamos contarnos, pues entonces no debemos suponer que podemos hacerlo.
Pero más allá de esta simpática costumbre, la promesa de que seríamos como las estrellas en el cielo y como el polvo en la tierra se ha transformado en un símbolo, en un emblema del pacto de Dios con Abraham.

Desde el punto de vista literario, 'estrellas en el cielo' y 'polvo en la tierra' no son más que metáforas intercambiables. Ambas sirven para dar cuenta de lo mismo y podría estar una o la otra sin que notemos la diferencia.
O al menos eso pensaba siempre, hasta que hace unos 15 años, en un curso sobre literatura judía, la Profesora Esther Jarmatz Z"L, una de las grandes formadoras de educadores judíos en Argentina, me expuso a un hermoso poema de Simon Frug. 

Simon Frug nación en Ucrania en 1860  y se dedicó en un comienzo a escribir poesía en ruso, parte de la cuál fue traducida al Yiddish por Y. L. Peretz.

Sin embargo, la virulencia de los pogroms de finales del siglo XIXlo convirtieron en un ferviente militante del movimiento de Jovevei Tzion (uno de los grupos que dieron surgimiento al movimiento sionista) y lo volcaron a la escritura en Yiddish, como una muestra de compromiso con su identidad judía.

En ese contexto, de un pueblo que era pisoteado de forma denigrante en Rusia, cuyas aldeas eran incendiadas y sus mujeres y ancianos cobardemente asesinados, Frug escribe el poema que aprendí con la Morá Esther, llamado Zamd un Shtern. Dicho poema, que después se popularizó como canción dice en su estrofa final: "yo, gotteinu, emes, vi zamd un vi shteyner. Tsushpreyt un tsuvorfn oyf shand un oyf shpot Nu, ober di shtern. di lichtige, di klore — Di shtern di shtern vu zenen zey got?"

Traducido al español pierde un poco la fuerza pero sería algo como "Si, Dios nuestro. Es cierto que como arena y piedras hemos sido dispersados, diezmados, avergonzados y humillados. Pero ¿dónde están las estrellas, esas brillantes luces? Las estrellas, las estrellas, ¿Dónde están Dios?

Para Frug, la metáfora de 'estrellas en el cielo y polvo en la tierra' no era intercambiable. En los tiempos en los que él vivía los judíos sabían mucho de sentirse como polvo y poco de brillar como estrellas. Estaban más cerca de ser pisados por todo aquel que los encontraba que de poder brillar con luz propia e iluminar a los demás. La promesa no daba lo mismo en un caso como en el otro. Se había cumplido, eramos muchos, como el polvo de la tierra, pero aún faltaba para sentirnos como estrellas.

Frug muere muy joven, en 1916 en la ciudad de Odessa. La vida no le dio lo años para ver brillar al pueblo de Israel. Pero seguro, como joven militante de los Jovevei Tzión, si hubiese visto al pueblo que renació de las cenizas y que construyó el Israel vibrante, fuerte y dinámico del que hoy somos privilegiados testigos, hubiese entendido que la promesa no quedó inconclusa.

En estos días en los que se vuelven a levantar aquellos que quieren vernos otra vez como el polvo de la tierra, en tiempos en que el Estado de Israel y sus habitantes vuelven a sentirse amenazados y atacados, es importante recordar, que alguna vez por no tener un Hogar Nacional, nos sentimos simplemente como la arena del suelo, como el polvo de la tierra. Por eso es importante que donde quiera que estemos, todos los judíos del mundo sintamos orgullo y manifestemos apoyo a ese lugar en el mundo que nos devolvió el brillo y nos permitió volver a creer en la promesa que Dios le hiciera a Abraham.

Shabbat Shalom

Rab Guido Cohen

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