jueves, 1 de octubre de 2015

Vezot Haberajá 5775

Los Rabinos de la UJCL escriben sobre la parashá de la semana. 

Por el Rabino Guido Cohen 
Asociación Israelita Montefiore Bogotá, Colombia.

La Parashá de esta semana es la última de toda la Torá y contiene la bendición de Moshé a cada una de las tribus del pueblo de Israel, una bendición que es también la despedida de Moshé de la existencia terrena.

En esa bendición, las palabras de Moshé marcan en cierto modo el destino de cada una de las tribus, y nos permiten aprender acerca de sus caracteres y cualidades. Llama la atención de los exégesis la bendición a Zebulun e Isajar, en donde se menciona en primer lugar al hijo menor (Zebulun) bendiciéndolo 'en sus viajes' y luego a Isajar 'en sus tiendas'.

Los sabios interpretan de aquí (y del texto paralelo en el final de Bereshit) que Isajar y Zebulun tenían un acuerdo, una especie de sociedad. Según este acuerdo, que se describe entre otras fuentes en Bereshit Rabbah 99, la tribu de Zebulun trabajaba y con el producido de su trabajo mantenía a la tribu de Isajar que se dedicaba al estudio de la Torá. El acuerdo entre estas dos tribus, ha sido uno de los argumentos que ciertos grupos esgrimen cuando promueven el establecimiento de fondos para que algunas personas se dediquen a tiempo completo a estudiar la Torá y sean mantenidos por la comunidad. Incluso al establecerse el estado de Israel, el lobby de ciertos sectores ultra ortodoxos logró conseguir bajo este argumento la exención del servicio militar para ciertas personas que dedicaban su tiempo de manera exclusiva al estudio de la Torá.

Ya en la literatura talmúdica y medieval aparecen estas ideas promoviendo el establecimiento dentro del pueblo judío de una 'clase' improductiva, bajo el argumento de que ese grupo estudia 'a cuenta' de resto, que trabaja para mantenerlo. La idea de 'torató omanutó' ('la Torá es su oficio') se transformó así en slogan para muchas organizaciones que recaudan fondos de gente que tiene mucho dinero pero poco tiempo o voluntad para estudiar Torá, y lo distribuyen entre gente que tiene tiempo para estudiar pero no iniciativa para ganarse una vida.

Es bajo este mismo tipo de afirmaciones que hay organizaciones contemporáneas que ofrecen dinero a cambio de que los jóvenes dediquen horas al estudio de la Torá. Este tipo de modelos promueve un sistema en el cuál la Torá es vista como una 'fuente de ingresos' y la motivación para su estudio es precisamente el dinero. Desaparecido el incentivo económico, muchos de los jóvenes que dedicaban largas horas semanales al estudio, dedicarán ese tiempo a otra actividad. 

Estos modelos generan una grave distorsión en las decisiones de las personas en relación a su afiliación comunitaria. Ya no se trata de ver cuál es la mejor propuesta o cuál es la comunidad con la que más a gusto me siento, sino cuál es la que más me ofrece a cambio de mi tiempo. En lugar de pensar '¿qué puedo ofrecerle a la comunidad?', estos jóvenes se acercan preguntando qué tienen las comunidades para ofrecerles a cambio de su presencia. Además, transmite un mensaje muy peligroso: 've allí a donde te pagan'. Eso significa que si el día de mañana otra propuesta (quizá nociva o riesgosa) se aparece como más beneficiosa para el bolsillo del joven, la hora semanal de estudio de Torá será fácilmente reemplazada por el mejor postor.

Pero en paralelo a este tipo de propuestas, también desde tiempos talmúdicos existe una posición opuesta. Hilel el anciano, por ejemplo, se negó a recibir dinero de su poderoso hermano para costear sus estudios de Torá, y dividía su tiempo entre su trabajo de leñador y su dedicación a la Torá. Lo mismo podría decirse de Rabí Yoshua, que limpiaba chimeneas, y de tantos otros sabios talmúdicos. En la edad media, podemos encontrar rabinos médicos, zapateros, dueños de tiendas y muchos otros oficios. En la plegaria que Rab Safra decía al terminar de rezar (Berajot 17a) pedía que Dios pueda hacer que quienes estudian Torá para obtener un beneficio puedan cambiar su actitud y dedicarse a la Torá por el propio mérito de estudiar Torá. Basados en esas y otras fuentes, creció en paralelo a la doctrina anteriormente descripta una que proponía que el estudio de la Torá y el trabajo secular no sólo eran compatibles sino indivisibles. La propuesta, en  lugar de busca en la Torá una recompensa, es entender a la Torá como la recompensa en si mismo y promover que las personas dividan su tiempo: una parte de él lo dedican al estudio y la otra al trabajo. Esta idea, permite que todas las personas asuman sobre si la responsabilidad de estudiar Torá y que no la deleguen en otros a cambio de dinero. Del mismo modo, impide que se formen clases o grupos de personas improductivas, que viven a costa de los demás y se excluyen de los saberes y las disciplinas seculares.

La tensión entre estas dos posturas, la del acuerdo entre Zebulun e Isajar y la que cree que ambos debemos ser un poco de cada uno, sigue candente en nuestros tiempos. Cada vez más proliferan instituciones y proyectos que buscan recompensar a quienes estudian  y liberar o aligerar estas obligaciones para los que trabajan. Lamentablemente muchas de nuestras organizaciones, que no por falta de dinero sino por descreer de la pertinencia de esos modelos, padecen la merma de muchos de sus jóvenes a manos de aquellos que les proponen un judaísmo más cerrado y dogmático a cambio de dinero. Si queremos enseñarle a nuestros jóvenes acerca del valor de la Torá y de la importancia de no prostituirse intelectualmente tras un billete, es menester promover espacios de esclarecimiento y reflexión acerca de este tema. El 'acuerdo' entre Isajar y Zebulun debe darse no entre gente de dinero y jóvenes con tiempo sino entre diferentes momentos de la agenda individual de cada uno de nosotros, que debe procurar su manutención material y a la vez su crecimiento espiritual e intelectual.

Shabbat Shalom - Modaim LeSimjá

Rab Guido Cohen
Asociación Israelita Montefiore


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