Los Rabinos de la UJCL escriben sobre la parashá de la semana.
Por el Rabino Guido Cohen
Asociación Israelita Montefiore Bogotá, Colombia.
La Parashá de esta semana es la última de toda la
Torá y contiene la bendición de Moshé a cada una de las tribus del pueblo de
Israel, una bendición que es también la despedida de Moshé de la existencia
terrena.
En esa bendición, las palabras de Moshé marcan en
cierto modo el destino de cada una de las tribus, y nos permiten aprender
acerca de sus caracteres y cualidades. Llama la atención de los exégesis la
bendición a Zebulun e Isajar, en donde se menciona en primer lugar al hijo
menor (Zebulun) bendiciéndolo 'en sus viajes' y luego a Isajar 'en sus
tiendas'.
Los sabios interpretan de aquí (y del texto
paralelo en el final de Bereshit) que Isajar y Zebulun tenían un acuerdo, una
especie de sociedad. Según este acuerdo, que se describe entre otras fuentes en
Bereshit Rabbah 99, la tribu de Zebulun trabajaba y con el producido de su
trabajo mantenía a la tribu de Isajar que se dedicaba al estudio de la Torá. El
acuerdo entre estas dos tribus, ha sido uno de los argumentos que ciertos
grupos esgrimen cuando promueven el establecimiento de fondos para que algunas
personas se dediquen a tiempo completo a estudiar la Torá y sean mantenidos por
la comunidad. Incluso al establecerse el estado de Israel, el lobby de ciertos
sectores ultra ortodoxos logró conseguir bajo este argumento la exención del
servicio militar para ciertas personas que dedicaban su tiempo de manera
exclusiva al estudio de la Torá.
Ya en la literatura talmúdica y medieval aparecen
estas ideas promoviendo el establecimiento dentro del pueblo judío de una
'clase' improductiva, bajo el argumento de que ese grupo estudia 'a cuenta' de
resto, que trabaja para mantenerlo. La idea de 'torató omanutó' ('la Torá es su
oficio') se transformó así en slogan para muchas organizaciones que recaudan
fondos de gente que tiene mucho dinero pero poco tiempo o voluntad para
estudiar Torá, y lo distribuyen entre gente que tiene tiempo para estudiar pero
no iniciativa para ganarse una vida.
Es bajo este mismo tipo de afirmaciones que hay
organizaciones contemporáneas que ofrecen dinero a cambio de que los jóvenes
dediquen horas al estudio de la Torá. Este tipo de modelos promueve un sistema
en el cuál la Torá es vista como una 'fuente de ingresos' y la motivación para
su estudio es precisamente el dinero. Desaparecido el incentivo económico,
muchos de los jóvenes que dedicaban largas horas semanales al estudio,
dedicarán ese tiempo a otra actividad.
Estos modelos generan una grave distorsión en las
decisiones de las personas en relación a su afiliación comunitaria. Ya no se
trata de ver cuál es la mejor propuesta o cuál es la comunidad con la que más a
gusto me siento, sino cuál es la que más me ofrece a cambio de mi tiempo. En
lugar de pensar '¿qué puedo ofrecerle a la comunidad?', estos jóvenes se
acercan preguntando qué tienen las comunidades para ofrecerles a cambio de su
presencia. Además, transmite un mensaje muy peligroso: 've allí a donde te
pagan'. Eso significa que si el día de mañana otra propuesta (quizá nociva o
riesgosa) se aparece como más beneficiosa para el bolsillo del joven, la hora
semanal de estudio de Torá será fácilmente reemplazada por el mejor postor.
Pero en paralelo a este tipo de propuestas, también
desde tiempos talmúdicos existe una posición opuesta. Hilel el anciano, por
ejemplo, se negó a recibir dinero de su poderoso hermano para costear sus
estudios de Torá, y dividía su tiempo entre su trabajo de leñador y su
dedicación a la Torá. Lo mismo podría decirse de Rabí Yoshua, que limpiaba
chimeneas, y de tantos otros sabios talmúdicos. En la edad media, podemos
encontrar rabinos médicos, zapateros, dueños de tiendas y muchos otros oficios.
En la plegaria que Rab Safra decía al terminar de rezar (Berajot 17a) pedía que
Dios pueda hacer que quienes estudian Torá para obtener un beneficio puedan
cambiar su actitud y dedicarse a la Torá por el propio mérito de estudiar Torá.
Basados en esas y otras fuentes, creció en paralelo a la doctrina anteriormente
descripta una que proponía que el estudio de la Torá y el trabajo secular no
sólo eran compatibles sino indivisibles. La propuesta, en lugar de busca
en la Torá una recompensa, es entender a la Torá como la recompensa en si mismo
y promover que las personas dividan su tiempo: una parte de él lo dedican al
estudio y la otra al trabajo. Esta idea, permite que todas las personas asuman
sobre si la responsabilidad de estudiar Torá y que no la deleguen en otros a
cambio de dinero. Del mismo modo, impide que se formen clases o grupos de
personas improductivas, que viven a costa de los demás y se excluyen de los
saberes y las disciplinas seculares.
La tensión entre estas dos posturas, la del acuerdo
entre Zebulun e Isajar y la que cree que ambos debemos ser un poco de cada uno,
sigue candente en nuestros tiempos. Cada vez más proliferan instituciones y
proyectos que buscan recompensar a quienes estudian y liberar o aligerar
estas obligaciones para los que trabajan. Lamentablemente muchas de nuestras
organizaciones, que no por falta de dinero sino por descreer de la pertinencia
de esos modelos, padecen la merma de muchos de sus jóvenes a manos de aquellos
que les proponen un judaísmo más cerrado y dogmático a cambio de dinero. Si
queremos enseñarle a nuestros jóvenes acerca del valor de la Torá y de la
importancia de no prostituirse intelectualmente tras un billete, es menester
promover espacios de esclarecimiento y reflexión acerca de este tema. El
'acuerdo' entre Isajar y Zebulun debe darse no entre gente de dinero y jóvenes
con tiempo sino entre diferentes momentos de la agenda individual de cada uno
de nosotros, que debe procurar su manutención material y a la vez su
crecimiento espiritual e intelectual.
Shabbat Shalom - Modaim
LeSimjá
Rab Guido Cohen
Asociación Israelita Montefiore
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