Los rabinos de la UJCL escriben sobre la Parashá de la semana
Rabino Darío Feiguin
Congregación B´nei Israel, Costa Rica
“Estatuas de Sal”
Uno de los grandes temas de la Parashá de la semana tiene que ver con el pasado que petrifica y ell miedo al futuro que paraliza.
En la Torá, leemos sobre la destrucción de Sodoma y Gomorra, las ciudades corruptas que son castigadas por su conducta inmoral. En un dramático párrafo, el poeta bíblico describe cómo escapan Lot, el sobrino de Abraham con su mujer y sus dos hijas. Y hay algo curioso, rescatado por artistas de todas las épocas: Cuenta la Historia, que D’s le ordena a Lot y a su familia no mirar hacia atrás. Pero la mujer de Lot no resiste la tentación, se da vuelta, y entonces queda convertida en una estatua de sal.
Científicos y antropólogos argumentaron muchas veces hacer encontrado la estatua de la mujer de Lot. Yo sinceramente, no creo que esto es lo que hay que buscar. No es la estatua de la muer de Lot lo que vamos a encontrar. En realidad, se me ocurre que es más una metáfora que pasa no sólo con la mujer de Lot, sino con muchos de nosotros. Porque la Torá nos habla metafóricamente, de una problemática existencial que nos atañe a todos, en todas las épocas y en todas las latitudes.
La Torá nos habla de cómo a veces nos queremos aferrar al pasado. Cómo a veces ese pasado nos inmoviliza, convirtiéndonos en algo así como estatuas vegetativas.
Cómo muy a menudo caemos en la patología de regresar, como un instinto encubierto a no querer vivir.
La relación con el pasado debería ser como un ir y venir hacia y desde nuestras raíces históricas. Debería nutrir nuestra identidad sin caer en falsos chauvinismos ni ghettoizaciones. Debería fortalecer nuestra sabiduría, sin que esto implique creer que nos las sabemos todas. Debería ser un marco de referencia, y servir como base y fundamento de la vida que construimos día a día.
Lamentablemente, hay muchos que volvemos al mito. Hay muchos que pretendemos volver hacia atrás, cuando es sencillamente, imposible. Y por eso quedamos convertidos en estatuas de sal.
Nuestro Judaísmo se torna entonces irrelevante. Nuestras relaciones se hacen obvias y rutinarias. Nuestro trabajo se torna insoportable especialmente a esta altura del año.
La Creatividad es entonces inexistente. No creamos, sino copiamos. Porque como Kohelet, no creemos que haya nada nuevo bajo el Sol.
El mito del eterno retorno, como lo llamó Mircea Eliade, es volver a la etapa de la dependencia. La etapa en donde cuando lloro, recibo teta. La etapa en donde todavía no se caminar solo. El mito de volver al fascismo de los generales que van a poner orden de una vez por todas. El mito del mesías carismático que nos va a salvar de esta muerte espiritual prematura.
Lo que quiero decir es que no es posible volver hacia atrás. Salvo que uno se resigne a vivir como la mujer de Lot, y convertirse en una estatua viviente.
“Haolam hazé guesher tzar meod, vehaikar lo lefajed klal”
Este Mundo, decía Rabi Najman de Bratzlav, es un puente muy angosto, y lo fundamental es no tener miedo.
Y aunque a veces no tener miedo es imposible, sí es posible sobreponerse al miedo, convivir con él, animarnos a romper los muros que nos tienen atados al pasado y no nos dejan ser. Es posible, si queremos, evitar convertirnos es estatuas de sal, y enfrentar nuestras vidas con coraje, con esperanza y con fe.
Shabat Shalom!
Rabino Darío Feiguin
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