Buenas Noches.
Se ha vuelto un buen hábito que cada vez que entramos a nuestro templo, KSI nuestras miradas se dirigen hacia las placas de mármol que recuerdan a los personajes a los que honramos: esos mismos nombres que nos antecedieron y que nos regalaron su ejemplo, con hechos notables que mejoraron la vida de muchos.
Es algo que nos pasa a todos nosotros.
A veces no reparamos en esas miradas, en esos gestos, pero son la clave de nuestra memoria histórica, como pueblo, como comunidad, como familias, como personas.
Allí en esos sencillos homenajes, sobre estas paredes está la historia de 135 años de nuestra sinagoga. Más de un siglo y un tercio más.
Panamá fue el destino de largos caminos que se iniciaron en Europa o en las islas y costas del Mar Caribe. Panamá nos dio acogida. Y digo esto porque aquí desde hace 135 años hemos podido conservar nuestras tradiciones y creencias milenarias: encontrando las condiciones necesarias para contribuir con nuestro esfuerzo al desarrollo económico de este país y a la formación de una rica mezcla cultural que la hace única.
Desde aquellos días, del local en el Barrio de San Felipe, que luego fue sustituido por el edificio de la Avenida Cuba, hasta esta moderna infraestructura en Costa del Este al que hemos podido llegar gracias al apoyo de todos ustedes, la direccion de Claudio Valencia (nuestro presidente de esa época) y del apoyo incondicional de Don Alberto Motta y sus hermanos ….ha pasado mucho tiempo.
Hoy es un día de alegría. Es el momento de hacer un alto en nuestro extenso recorrido de décadas, un momento de mirar atrás y sentirnos orgullosos de nuestro pasado y de estar optimista con nuestro futuro.
Y digo esto pues la juventud de nuestra congregación tiene un norte, un camino trazado con ejemplos y vuelvo a repetir esa palabra pues es muy importante. Los ejemplos, los patrones de conducta sirven para que se escriba la historia de la mejor manera, para que tratemos de igualar los éxitos del pasado y construyamos un mejor porvenir.
Vivimos tiempos difíciles, el mundo no es un lugar fácil, pero cuando el peso de la realidad nos golpea, recordemos nuestro pasado.
Sigamos mirando esas placas de mármol, y estoy seguro que esos recuerdos nos darán fortaleza y sabiduría para superar nuestro obstáculo.
Y sobre todo, sintámonos orgullosos de formar parte al igual que aquellos que ya se fueron de una congregación especial, pacífica, entusiasta y religiosa.
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