Los Rabinos de la UJCL escriben sobre la parashá de la semana
Rabino Claudio Jodorkovsky
Asociación Israelita Montefiore
Bogotá, Colombia
Rabino Claudio Jodorkovsky
Asociación Israelita Montefiore
Bogotá, Colombia
Quisiera invitarlos a que estudiemos uno de los textos más conocidos de la Torá y que es parte de Parashat Ekev, la sección de la Torá que leemos esta semana. Se trata del segundo párrafo del Shemá Israel y la conocemos bien porque los judíos la recitamos por lo menos dos veces por día.
Seguramente les ha pasado que este párrafo les produce, como a mí, cierta incomodidad. Y esto es porque en términos generales, esta segunda sección del Shemá nos dice que si hacemos el bien, nos irá bien, pero si nos portamos mal, nos irá mal. La Torá habla específicamente de recompensas y castigos relacionados con la prosperidad económica: Lluvia y abundancia como consecuencia del cumplimiento de los preceptos y carencias en el caso contrario. En conclusión, se nos plantea una ecuación en principio sencilla: Pórtate bien y te irá bien; pórtate mal y te irá mal.
Seguramente les ha pasado que este párrafo les produce, como a mí, cierta incomodidad. Y esto es porque en términos generales, esta segunda sección del Shemá nos dice que si hacemos el bien, nos irá bien, pero si nos portamos mal, nos irá mal. La Torá habla específicamente de recompensas y castigos relacionados con la prosperidad económica: Lluvia y abundancia como consecuencia del cumplimiento de los preceptos y carencias en el caso contrario. En conclusión, se nos plantea una ecuación en principio sencilla: Pórtate bien y te irá bien; pórtate mal y te irá mal.
El hombre de fe no puede enfrentarse a esta afirmación teológica sin preguntarse si acaso aquello que nos dice se condice con la realidad. ¿Acaso nunca hemos escuchado de alguien que haya hecho el bien y sin embargo no le ha ido tan bien en su vida? Y por otro lado: ¿Resultaría difícil encontrar a alguna persona que no haya hecho el bien y sin embargo, a diferencia de lo que dice la Torá, ha gozado de prosperidad y nunca le ha faltado el sustento en su vida? ¿Cómo es posible, entonces, aceptar y comprender lo que dice la Torá?
La filosofía judía ha intentado responder a esta antigua pregunta desde sus inicios y las respuestas son muy variadas. Para algunos esta teología del premio y el castigo debe ser entendido desde una perspectiva netamente literal y para otros es apenas una táctica educativa para infundir respeto hacia el cumplimiento de las Mitzvot. Hay judíos que observan los preceptos con temor a equivocarse y recibir un castigo y están también los que quitaron ese párrafo del Sidur por considerarlo sencillamente una afirmación teológica falsa.
Pero hace unos meses leí una interpretación novedosa que creo nos puede servir para arrojar luz a este texto tan complejo del Shemá. El rabino norteamericano Jack Riemer sostiene que la clave para comprender esta sección de la Torá está en prestar atención a quién está dirigida. Al leerla vemos que dice: "Y será que si obedecen los mandamientos (...) la tierra dará la lluvia en su tiempo (...)". Lo interesante aquí es que la Torá habla en plural. D-s se dirige a todo el pueblo en su conjunto y le habla a toda la comunidad. Pero si nos fijamos, por ejemplo, en el primer párrafo del Shemá, la Torá nos va a decir "Ama a tu D-s con todo tu corazón" y en cambio se dirige a nosotros en singular. Aprendemos entonces que cuando se trata de fe y de amor a D-s, la Torá nos habla a cada uno de nosotros por separado, pero cuando se trata de la recompensa por nuestras acciones y de cómo nos va a ir en la vida (si tendremos prosperidad o sufriremos carencias), la Torá nos habla ya a todos como un grupo, como una comunidad.
Pienso que este mensaje intenta transmitirnos una enseñanza muy profunda y sabia para nuestros tiempos, y es que convivir en sociedad y ser parte de una comunidad implica que tenemos responsabilidades compartidas: Lo que uno hace tiene consecuencias para otros y, de esa manera, por más bien que pueda una persona actuar en su vida, puede ocurrir que sea perjudicado por lo que yo hago con la mía, aun cuando no tenga ninguna intención de hacerle daño y únicamente actúe basado en mi bienestar personal.
Y es ahí cuando este segundo párrafo del Shemá se vuelve más relevante que nunca: Nos habla en plural para recordarnos que las decisiones que tomamos tienen consecuencias no solo para nosotros, como la historia del hombre que compartía un bote con otros pasajeros y hacía agujeros debajo de su asiento; el hombre se defendía diciendo que ese era su lugar y no comprendía que por su ceguera terminaría hundiendo a todos los demás.
La responsabilidad de integrar una sociedad o ser parte de una comunidad implica que antes de actuar debo pensar en las consecuencias que mi accionar puede tener en los demás: El daño al medio ambiente, una respuesta poco amable o nuestra falta de solidaridad hacia los demás. D-s nos dice: Cuídense y preocúpense unos por otros, y si lo hacen y obran con rectitud, nunca les faltará nada y podrán gozar de todas mis bendiciones.
¡Shabat Shalom Umeboraj!
La filosofía judía ha intentado responder a esta antigua pregunta desde sus inicios y las respuestas son muy variadas. Para algunos esta teología del premio y el castigo debe ser entendido desde una perspectiva netamente literal y para otros es apenas una táctica educativa para infundir respeto hacia el cumplimiento de las Mitzvot. Hay judíos que observan los preceptos con temor a equivocarse y recibir un castigo y están también los que quitaron ese párrafo del Sidur por considerarlo sencillamente una afirmación teológica falsa.
Pero hace unos meses leí una interpretación novedosa que creo nos puede servir para arrojar luz a este texto tan complejo del Shemá. El rabino norteamericano Jack Riemer sostiene que la clave para comprender esta sección de la Torá está en prestar atención a quién está dirigida. Al leerla vemos que dice: "Y será que si obedecen los mandamientos (...) la tierra dará la lluvia en su tiempo (...)". Lo interesante aquí es que la Torá habla en plural. D-s se dirige a todo el pueblo en su conjunto y le habla a toda la comunidad. Pero si nos fijamos, por ejemplo, en el primer párrafo del Shemá, la Torá nos va a decir "Ama a tu D-s con todo tu corazón" y en cambio se dirige a nosotros en singular. Aprendemos entonces que cuando se trata de fe y de amor a D-s, la Torá nos habla a cada uno de nosotros por separado, pero cuando se trata de la recompensa por nuestras acciones y de cómo nos va a ir en la vida (si tendremos prosperidad o sufriremos carencias), la Torá nos habla ya a todos como un grupo, como una comunidad.
Pienso que este mensaje intenta transmitirnos una enseñanza muy profunda y sabia para nuestros tiempos, y es que convivir en sociedad y ser parte de una comunidad implica que tenemos responsabilidades compartidas: Lo que uno hace tiene consecuencias para otros y, de esa manera, por más bien que pueda una persona actuar en su vida, puede ocurrir que sea perjudicado por lo que yo hago con la mía, aun cuando no tenga ninguna intención de hacerle daño y únicamente actúe basado en mi bienestar personal.
Y es ahí cuando este segundo párrafo del Shemá se vuelve más relevante que nunca: Nos habla en plural para recordarnos que las decisiones que tomamos tienen consecuencias no solo para nosotros, como la historia del hombre que compartía un bote con otros pasajeros y hacía agujeros debajo de su asiento; el hombre se defendía diciendo que ese era su lugar y no comprendía que por su ceguera terminaría hundiendo a todos los demás.
La responsabilidad de integrar una sociedad o ser parte de una comunidad implica que antes de actuar debo pensar en las consecuencias que mi accionar puede tener en los demás: El daño al medio ambiente, una respuesta poco amable o nuestra falta de solidaridad hacia los demás. D-s nos dice: Cuídense y preocúpense unos por otros, y si lo hacen y obran con rectitud, nunca les faltará nada y podrán gozar de todas mis bendiciones.
¡Shabat Shalom Umeboraj!
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