En estas últimas semanas todos hemos seguido con atención la crisis desatada en Egipto y las implicancias que puede tener para otros países árabes y como esto se proyecta en la realidad futura del Estado de Israel.
Sin embargo, otra noticia causó en estos días una gran preocupación y no se trata de cuestiones militares ni geopolíticas sino que apunta a la esencia de la identidad judía de Israel.
La decisión del Gran Rabino Sefaradí Shlomo Amar de rechazar una conversión ortodoxa moderna realizada en Canadá (ver nota) con el consiguiente rechazo a la posibilidad de aliá del joven Thomas Dohlan (junto a su esposa y 4 hijos) pareciera reafirmar la sensación de que Israel está camino a convertirse en una teocracia.
La decisión del ministerio del interior de nombrar al rabino Amar como una suerte de “verificador” de las conversiones ortodoxas realizadas fuera de Israel es un paso más en esa dirección.
Lo paradójico del caso es que si Thomas hubiera realizado su conversión en KSI no hubiera tenido ese problema (aunque si otros) ya que las conversiones reformistas y conservadoras realizadas fuera de Israel, si deben ser aceptadas por el Ministerio del Interior según lo dispuso hace algunos años la Corte Suprema de Justicia.
Es el caso de las conversiones ortodoxas realizadas en la diáspora el que quedó en una suerte de limbo legal y que a partir de ahora pareciera definirse claramente a favor del control del Gran Rabino. Claro que da la sensación de que este es sólo un paso más en un proceso de radicalización religiosa que ciertos grupos están llevando a cabo con el consentimiento implícito o explícito de las autoridades políticas que fruto de sus necesidades de votos y coaliciones entregan el control de estos espacios sin darse cuenta el daño que generan para el Estado de Israel y para todo el pueblo judío.
¿Qué podemos hacer desde aquí para que Israel sea un estado judío y democrático?
En primer lugar sumarse al reclamo por la abolición del cargo de Gran Rabino (Artículo del rabino Andy Sacks) o al menos una modificación sustancial de su status (Artículo de uno de mis maestros en Israel el rabino Reuven Hammer).
En segundo lugar levantar nuestra voz crítica ante las autoridades de Israel sobre los abusos de poder del establishment religioso y la complicidad de la dirigencia laica.
Tercero, apoyar política y económicamente sólo a las instituciones que trabajan a favor del pluralismo religioso en Israel. (www.irac.org, y otras).
Amigos, los sucesos del Medio Oriente nos tienen muy preocupados. ¿Será que el avance del integrismo y el fundamentalismo religioso amenaza también a Israel?
Hagamos lo que esté a nuestro alcance para evitarlo. Sólo un estado judío y democrático hará que Israel sea una “luz” para sus ciudadanos y para la diáspora, y mantendrá vivo el sueño del movimiento sionista de ser “un pueblo libre en nuestra tierra.”
Shabat Shalom
Gustavo
Excelente artículo Gustavo. Ya estoy de vuelta y te comento que me encantó Israel; no veo el momento de regresar. Al respecto de tu artículo, estando allá conocí a un pariente político de Allan P. con quien tuve una interesantísima conversación sobre este tema, que yo desconocía totalmente. Saludos, Roberto
ResponderEliminarSi el Estado de Israel así lo desea puede tomar la decisión soberana de tener un Gran Rabino ya que no existe allá ninguna razón o principio legal que obligue la separación de la iglesia y el estado. Al igual que gran rabino puede legalmente existir un máximo líder musulmán, ortodoxo cristiano etc.
ResponderEliminarIsrael es único país de corte occidental en el que los judíos no tienen opción fuera de la ortodoxa para practicar sus creencias. Oficialmente solo pueden ser judíos ortodoxos o judíos laicos.
Quienes hemos elegido vivir fuera de Israel no podemos más que contemplar lo que ocurre como observadores extranjeros ya que no tenemos en el asunto ni voz ni voto.
De igual manera para las comunidades judías fuera del Estado de Israel las decisiones del rabinato de Israel no son de obligatorio acatamiento y este solo puede opinar y hacer recomendaciones acerca de la manera como conducen sus asuntos.
Lo ocurrido con esta familia canadiense es un ataque directo del Gran Rabinato alguien que se ha atrevido a no acatar o a criticar las “recomendaciones” del establecimiento ortodoxo en Israel.