Los Rabinos de la UJCL escriben sobre la parashá de la semana.
Rabino Mario Gurevich
Beth Israel Synagogue – Aruba
Esta semana leemos una vez más dos parashiot juntas: Ajarei Mot y Kedoshim. Esta última contiene un sinnúmero de leyes destinadas a regular las relaciones entre los seres humanos, no tanto desde el punto de vista legal sino desde el ético y moral. Kedoshim, la palabra que inaugura la parashá, es una admonición: “Santos seréis porque Santo soy Yo”.
Rabino Mario Gurevich
Beth Israel Synagogue – Aruba
Esta semana leemos una vez más dos parashiot juntas: Ajarei Mot y Kedoshim. Esta última contiene un sinnúmero de leyes destinadas a regular las relaciones entre los seres humanos, no tanto desde el punto de vista legal sino desde el ético y moral. Kedoshim, la palabra que inaugura la parashá, es una admonición: “Santos seréis porque Santo soy Yo”.
El versículo 18 contiene la que es tal vez la más famosa cita de la Torá: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Lo que tal vez no todos saben es que esta frase es el final de una más larga: “No te vengarás ni guardarás rencor contra los hijos de tu pueblo, sino que amarás a tu prójimo como a ti mismo, Yo soy Adonai” (Levítico 19:18).
Siendo como somos un pueblo dedicado al cuestionamiento y a la dialéctica, no faltaron en el pasado quienes quisieron encontrar que el amor al prójimo se refería, exclusivamente, a los otros judíos. Esa discusión fue finalmente zanjada por Ibn Ezra, quien proclamó con absoluta autoridad que el prójimo se refiere a todos los que hubieran sido hechos “a imagen y semejanza de Dios”; o sea, todo el mundo. Y sobre esta mitzvá dijo Rabí Akiva: Ze klal gadol baTorá, “Este es el gran mandamiento de la Torá”.
¿Por qué, entonces, viene casi escondida detrás de la advertencia contra “la venganza y el rencor contra los hijos de tu pueblo”? ¿Será, tal vez, porque la Torá, documento eterno e inmortal, nos conoce mejor a nosotros mismos de lo que nosotros mismos nos conocemos? Temo que la respuesta es afirmativa.
Amar a tu prójimo significa hacerlo sin importar o medir si este es ortodoxo, conservador, reformista o de cualquier otra denominación. Si coincide o no con nuestra forma de pensamiento.
La advertencia contra el rencor y la venganza contra los hijos de tu pueblo, nos pone frente a la más difícil forma de ejercer el amor al prójimo; donde no hay lugar a ideologías excluyentes ni a monopolios de la verdad.
El Talmud afirma que el Segundo Templo cayó debido al Sinat Jinam, al odio gratuito (injustificado) entre hermanos. Y hoy asistimos, día a día y con dolor, a nuevas manifestaciones de este Sinat Jinam. ¿Cómo es posible que judíos observantes de la Halajá se presten para la profanación de una Sinagoga Reformista en Israel, como sucedió hace algunas semanas? ¿Acaso el “gran mandamiento de la Torá” de Rabí Akiva no significa nada para ellos?
Hay misterios que nunca terminaremos de entender, pero ciertamente, si buscamos el camino de la santidad, de la conducta ética y de la vida moral, el mandamiento de amar al prójimo nos obliga a todos.
Una antigua leyenda talmúdica nos dice que el lugar más sagrado del Olam Haba (El mundo por venir), donde solo residen los santos y puros, tiene en su parte superior un conjunto de letras que dicen: “Amarás al Señor con todo tu corazón”. Pero para acceder a este lugar hay que atravesar una puerta muy baja, que obliga a agacharse, sobre la que está escrito: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”.
Shabat Shalom.
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