jueves, 24 de mayo de 2012

Dannel Alon: Mi experiencia en el Jidon

¿Cómo es sentirse judío cuando la tierra que dio inicio a tu identidad está a miles de kilómetros? Pues aunque no lo crean, no es una respuesta fácil de contestar. Ser judío en la diáspora tiene su problema que es la difícil capacidad de poder reforzar esa identidad. A pesar de pertenecer a una comunidad, asistir a los servicios religiosos y cumplir preceptos, llega un momento en la vida en que te preguntas: ¿Por qué hago esto?, ¿Qué significa todo esto para mí?, ¿Me siento realmente judío o lo hago por tradición?.


Es común que esos cuestionamientos nos invadan  a cada uno de nosotros, especialmente a los jóvenes, jóvenes como yo. 

Pero este viaje a México y el concurso sionista en la cuál participé, me dio una perspectiva distinta de lo que es ser judío. No es necesario ir a Israel, la tierra de nuestras raíces, para sentirse verdaderamente judío. Ese sentimiento se vive en toda la diáspora, el problema es que se manifiesta en pequeñas acciones que no tomamos en cuenta. Convivir con jóvenes de la comunidad judía mexicana, participar en uno de sus concursos más importantes y entonar el Hatikva fuera de las 4 paredes de mi colegio, fueron pequeñas acciones que fortalecieron la identidad que define mi ser.

A pesar de todas las desventajas que tuve al concursar (solo casi un mes o menos de estudio comparado a los 2, 3 o 4 años de experiencias que tienen los otros concursantes, la ausencia de conocimientos de una unidad completa, ser el único extranjero, ser el de menor puntaje de la semifinal, ellos dan tzionut como material de clases regulares comparado a nosotros que no lo hacemos, y otras más por mencionar), pude pasar a la primera fase (algo que ni yo mismo esperaba) y solo por una diferencia mínima de 11 a 13 puntos (tomando en cuenta que las preguntas valían 15 o 30 puntos), no pude quedar entre los cuatro finalistas. Pero me siento satisfecho de mí mismo porque, a pesar de todas las desventajas que tenía, pude hacerle competencia a ellos y logré eliminar a 7 de los 13 concursantes mexicanos sumamente experimentados, antes de mi eliminación.

Para mí  fue una  gran victoria. Aprendí sobre la historia de Israel y viví una de las experiencias más inolvidables de toda mi vida. Me sentí orgulloso de ser un judío sionista y aprendí algo fundamental en mi vida: que cada día, yo, me puedo superar. 







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