jueves, 31 de mayo de 2012

Nasó 5772

Los rabinos de la UJCL escriben sobre la parasha

Rabina Daniela Szuster
Congregación Bnei Israel, San José-Costa Rica

En la parashá de esta semana se describen dos situaciones muy específicas con sus respectivas leyes: la mujer Sotá y el Nazir. 

El primer caso, la mujer Sotá, se refiere a la situación particular en que un hombre sospechaba que su esposa le era infiel y, para comprobar si la sospecha era fehaciente o no, la mujer debía pasar por una prueba, tomándose unas aguas amargas y con ello se sabía la verdad. Un especie de detector de mentiras. Por supuesto, situación bastante injusta dado que sólo se practicaba cuando el hombre sospechaba y no cuando la mujer sospechaba de su esposo. Además, una situación muy humillante y vergonzosa. Afortunadamente este ritual se abolió en la tradición judía hace muchos años.

El segundo caso, el Nazir, se trata de alguien, hombre o mujer, que decidía consagrarse a D”s por medio de un voto, por un tiempo determinado. En ese lapso de tiempo debía abstenerse de tomar vino, cortarse el pelo y acercarse a un muerto. La palabra misma Nazir, significa apartarse, separarse de la comunidad. Se alejaba por un tiempo con la intención de evitar y buscar la manera de controlar sus impulsos.

Nazir y Sotá aparentan ser dos temas que no tienen conexión entre sí. Los sabios del Talmud se preguntaron cuál podría ser la relación entre ambas situaciones y contestaron: “todo aquél que ve a una mujer Sotá “arruinada”, tomando las aguas amargas, se alejará de tomar vino” (Talmud Babli, Tratado Sotá 2a). Lo que se desprende de esta cita es que tomar vino, muchas veces, es el causante del desenfreno. Suponen que el tomar vino llevó a la mujer a dicha situación y por eso la persona que la ve, encuentra la necesidad de dejar de tomar vino y reflexionar sobre los malos impulsos y su vida.

A mí entender, más que pensar en la pobre mujer, objeto de sospecha, quien era humillada delante de mucha gente y en la mayoría de los casos, inocente; pensaría en ese hombre lleno de celos y desconfianza, que en vez de dialogar francamente con su esposa, no podía más que llevarla a practicar un ritual sumamente degradante, sin tener pruebas ni evidencias.

Si pensamos en un caso en que la mujer fuera inocente, cómo se hubiera sentido ésta al volver a la casa. Cómo mirar a la cara a alguien que pudo sospechar, y enfermo de celos, denigrarla públicamente. Quizás más bien, al ver un hombre con esta actitud, es que a uno le daría la iniciativa, como el Nazir, de tomarse un tiempo para pensar, dedicarse a D”s y evitar los impulsos y obsesiones que tanto nos enferman y que dañan a nuestro prójimo. 

Es llamativo que dentro del ritual descrito por la Torá, el Cohen tenía que escribir en un pergamino el nombre de D”s y ponerlo en las aguas amargas, las que borraban el nombre divino (Bemidvar 5:23). Quizás este proceder nos enseña que cuando una persona es tan envidiosa y celosa, a quien las emociones lo llevan a perder el control y no puede confiar en el ser humano que tiene al lado, inevitablemente se borra el nombre de D”s.  Cuando se humilla y denigra a alguien, no puede estar presente el nombre divino. Sólo cuando se trata al prójimo como ser humano: con respeto y dignidad, es que  el nombre de D”s permanecerá eternamente.

Quiera D”s que, como lo hacía el Nazir, podamos tomarnos un tiempo, alejarnos, para reflexionar acerca de nuestras actitudes y dedicarnos a desarrollar nuestra espiritualidad;  más que vivir obsesionados por celos y sospechas que no conducen a nada fructífero, más que denigrar al ser humano y borrar el nombre divino, como era  el caso de los maridos que sospechaban de sus esposas.

¡Shabat Shalom!

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