jueves, 17 de mayo de 2012

Visita a Israel


Por Rami Avni - Agosto 2011

Han pasado cuatro años desde nuestra llegada a Panamá, y finalmente tuvimos la oportunidad the visitar a la familia en Israel.  Viajar con tres niños pequeños  es una verdadera aventura, mas finalmente logramos aterrizar directamente a la casa de mi mamá en el Kibbutz Maabarot.

El Kibbutz Maabarot está situado aproximadamente a 10 minutos de Netanya y tiene una historia peculiar desde su fundación en 1925 como grupo comunitario. El kibbutz ha evolucionado tremendamente para convertirse en lo que hoy en día es un hermoso y placentero lugar, con una economía emergente basada en agricultura, ganadería, fábricas de productos farmacéuticos y comida, incluyendo la famosísima formula  infantil “Materna”.




Una sección del Refet

Maternal de becerritos

Los campos de algodón

La divertida piscina de Maabarot

Kabbalat Shabbat con Savta

Del kibbutz partimos a Ramat-Gan para un día de Safari, donde los visitantes pueden estar en contacto cercano con los animales. Los chicos disfrutaron bastante y vieron distintos tipos de hábitats y especies. Claro que siempre hay un momento de miedo, cuando los avestruces nos confundieron con comida y ¡picotearon nuestro carro!

Saludando a la cebra

Nuevas caras se observan…

Persecusión de avestruces!

Para disfrutar del cálido verano nos fuimos de campamento a Atlit, algunos kilómetros al sur de Haifa, donde todavía se puede ver los restos de un antiguo fuerte en la costa. Empacamos nuestra comida y agua para cuatro días, armamos las carpas y disfrutamos de la arena blanca y agua templada todo el día. Sin embargo, en el último día del campamento, el 31 de agosto, nos llevamos una gran sorpresa: ¡lluvia! Aunque solo fue pasajera comparado con las de Panamá, en Israel fue un verdadero impacto porque nunca llueve en el verano. ¿Será otra señal del calentamiento global y los cambios impredecibles de temperatura?

La playa de Atlit (al fondo se ve las ruinas de la fortaleza)

Campamento familiar Avni

Atardecer  Mediterráneo masculino

Improvisando un refugio de la lluvia de agosto


No podíamos regresar a Panamá sin antes visitar Jerusalén, aunque fuese por algunas horas, para que los chicos le dieran una mirada fugaz a la legendaria ciudad vieja y al kotel. Cuando llegamos al Kotel, casualmente mi primo estaba allí –al principio no lo reconocí pues se ha convertido en religioso “Jozer BiTshuva”  y tenía una gran barba y el tradicional traje oscuro ortodoxo. Los chicos estaban curiosos pues era la primera vez que veían este tipo de traje.  Resultó que tuvimos muchísima suerte pues mi primo nos dio una visita guiada por los túneles del kotel, un paseo que generalmente requiere reserva anticipada.

Caminando por los túneles es realmente una experiencia impresionante y levanta el espíritu. Vimos las más recientes excavaciones, y las más próximas al templo; bajamos cerca de los restos de varias civilizaciones, contemplamos enormes piedras que forman las bases del templo (mucho más grandes de las que se ven fuera del mismo kotel). En un punto en particular nos topamos con una pequeña sinagoga muy peculiar: la sinagoga del planeta que está más cercana al Dvir (el más sagrado de lo sagrado, donde se encuentra el Arca del Convenio). En este sagrado lugar uno literalmente podía sentir la espiritualidad…nos tomamos unos minutos para rezar con la más absoluta concentración. Mi primo, tan conocedor de estos temas objeto de sus estudios, nos señaló la importancia de pronunciar las palabras en voz alta. Con mucha vergüenza en medio de imponentes rabinos, nuestro hijo Luka de 5 años, siguiendo las instrucciones a la perfección, comenzó a pedir por los últimos modelos de carritos hotwheels…

Luego de nuestra ilustrativa experiencia de la sinagoga continuamos bajando unos pisos, por medio de escaleras estrechas oscuras, hasta llegar a un Mikveh (donde se realizan los baños rituales de purificación).  Lo más fascinante de un Mikveh es que el agua debe provenir de una fuente natural (rio o manantial subterráneo). Este Mikveh en particular se construyó hace 2000 mil años aproximadamente y solía ser usado para la purificación de los peregrinos que iban al templo. Hoy en día es un espacio que todavía es utilizado y se puede ver claramente en la pared la fuente de agua proveniente de un manantial. Fue increíble poder refrescarnos y tocar con nuestras propias manos el agua helada.

La Menora, camino al Kotel

Frente al Kotel

Explorando las excavaciones de los tuneles del Kotel

El Mikveh que sigue funcionando más de 2,000 Años

El manantial que alimenta el mikveh

Saliendo de la Ciudad Antigua de Jerusalén


Todo lo bueno tiene su final -- y así culminó nuestro viaje a Israel.  Con mucha tristeza debimos decir adiós a nuestra familia y a los amigos, pero al mismo tiempo ya anhelábamos el regreso a Panamá, nuestro nuevo hogar, llevando con nosotros tantos recuerdos y memorias.

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