Por Rami Avni - Agosto 2011
Han pasado cuatro años desde nuestra llegada a Panamá, y finalmente tuvimos la oportunidad
the visitar a la familia en Israel.
Viajar con tres niños pequeños es
una verdadera aventura, mas finalmente logramos aterrizar directamente a la
casa de mi mamá en el Kibbutz Maabarot.
El Kibbutz
Maabarot está situado aproximadamente a 10 minutos de Netanya y tiene una
historia peculiar desde su fundación en 1925 como grupo comunitario. El kibbutz ha evolucionado tremendamente para
convertirse en lo que hoy en día es un hermoso y placentero lugar, con una
economía emergente basada en agricultura, ganadería, fábricas de productos
farmacéuticos y comida, incluyendo la famosísima formula infantil “Materna”.
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Una sección
del Refet |
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Maternal de
becerritos |
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Los campos
de algodón |
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La
divertida piscina de Maabarot |
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Kabbalat
Shabbat con Savta |
Del kibbutz partimos a
Ramat-Gan para un día de Safari, donde los visitantes pueden estar en contacto
cercano con los animales. Los chicos
disfrutaron bastante y vieron distintos tipos de hábitats y especies. Claro que
siempre hay un momento de miedo, cuando los avestruces nos confundieron con
comida y ¡picotearon nuestro carro!
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Saludando a
la cebra |
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Nuevas
caras se observan… |
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Persecusión
de avestruces! |
Para disfrutar del cálido verano nos fuimos de
campamento a Atlit, algunos kilómetros al sur de Haifa, donde todavía se puede
ver los restos de un antiguo fuerte en la costa. Empacamos nuestra comida y agua para cuatro
días, armamos las carpas y disfrutamos de la arena blanca y agua templada todo
el día. Sin embargo, en el último día
del campamento, el 31 de agosto, nos llevamos una gran sorpresa: ¡lluvia! Aunque solo fue pasajera comparado con las de
Panamá, en Israel fue un verdadero impacto porque nunca llueve en el
verano. ¿Será otra señal del
calentamiento global y los cambios impredecibles de temperatura?
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La playa de Atlit (al fondo se ve las ruinas de la
fortaleza) |
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Campamento
familiar Avni |
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Atardecer Mediterráneo masculino |
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Improvisando
un refugio de la lluvia de agosto |
No podíamos regresar a
Panamá sin antes visitar Jerusalén, aunque fuese por algunas horas, para que
los chicos le dieran una mirada fugaz a la legendaria ciudad vieja y al kotel. Cuando llegamos al Kotel, casualmente
mi primo estaba allí –al principio no lo reconocí pues se ha convertido en
religioso “Jozer BiTshuva” y tenía una gran barba y el tradicional traje
oscuro ortodoxo. Los chicos estaban curiosos pues era la primera vez que veían
este tipo de traje. Resultó que tuvimos
muchísima suerte pues mi primo nos dio una visita guiada por los túneles del kotel, un paseo que generalmente
requiere reserva anticipada.
Caminando por los
túneles es realmente una experiencia impresionante y levanta el espíritu. Vimos las más recientes excavaciones, y las
más próximas al templo; bajamos cerca de los restos de varias civilizaciones,
contemplamos enormes piedras que forman las bases del templo (mucho más grandes
de las que se ven fuera del mismo kotel).
En un punto en particular nos topamos con una pequeña sinagoga muy peculiar: la
sinagoga del planeta que está más cercana al Dvir (el más sagrado de lo sagrado, donde se encuentra el Arca del
Convenio). En este sagrado lugar uno literalmente podía sentir la
espiritualidad…nos tomamos unos minutos para rezar con la más absoluta
concentración. Mi primo, tan conocedor de estos temas objeto de sus estudios,
nos señaló la importancia de pronunciar las palabras en voz alta. Con mucha vergüenza en medio de imponentes
rabinos, nuestro hijo Luka de 5 años, siguiendo las instrucciones a la
perfección, comenzó a pedir por los últimos modelos de carritos hotwheels…
Luego de nuestra
ilustrativa experiencia de la sinagoga continuamos bajando unos pisos, por
medio de escaleras estrechas oscuras, hasta llegar a un Mikveh (donde se realizan los baños rituales de purificación). Lo más fascinante de un Mikveh es que el agua debe provenir de una fuente natural (rio o
manantial subterráneo). Este Mikveh en particular se construyó hace
2000 mil años aproximadamente y solía ser usado para la purificación de los peregrinos
que iban al templo. Hoy en día es un
espacio que todavía es utilizado y se puede ver claramente en la pared la
fuente de agua proveniente de un manantial. Fue increíble poder refrescarnos y tocar con nuestras propias manos el
agua helada.
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La Menora, camino al Kotel |
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Frente al Kotel |
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Explorando las excavaciones de los tuneles del Kotel |
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El Mikveh que sigue funcionando más de 2,000 Años |
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El
manantial que alimenta el mikveh |
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Saliendo
de la Ciudad Antigua de Jerusalén |
Todo lo bueno tiene su
final -- y así culminó nuestro viaje a Israel.
Con mucha tristeza debimos decir adiós a nuestra familia y a los amigos,
pero al mismo tiempo ya anhelábamos el regreso a Panamá, nuestro nuevo hogar, llevando
con nosotros tantos recuerdos y memorias.
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