jueves, 30 de octubre de 2014

Lej Lejá 5775

Los rabinos de la UJCL escriben sobre la parashá de la semana

Rabina Daniela Szuster
Congregación B´nei Israel, San José, Costa Rica

A veces es necesario alejarse para comenzar una nueva vida

Recuerdo cuando era pequeña y aprendí acerca del imperativo de D"s hacia Abraham que abandonara su tierra, su lugar natal y su familia; me parecía un pedido muy drástico por parte de D"s y me preguntaba por qué exigiría esto, ¿acaso Abraham no podía formar su pueblo, sus creencias donde vivía?, ¿para qué ir a otra tierra? ¿por qué importaba tanto el terreno, la geografía?

La Torá no nos cuenta nada acerca de la vida de Abraham hasta este momento, hasta sus primeros setenta y cinco años de vida. ¿Por qué de pronto D"s le exigió a Abraham partir de su tierra?, ¿Cuáles eran las cualidades de Abraham?, ¿En qué creía? Nada de eso se nos cuenta, sino que la historia del primer hebreo comienza con la orden de abandonar una de las cosas más preciadas por los seres humanos: su propio lugar.

Hay dos fuentes muy famosas que intentan explicar el motivo por el cual Abraham fue escogido por D”s para comenzar con el pueblo hebreo.

La primera es una descripción que hace Rambam en el Mishné Torá, Hiljot Avoda Zará, en el que hace un interesante raconto acerca de las creencias de los pueblos idólatras hasta llegar a nuestro patriarca Abraham. Basado en algunas fuentes de la tradición, asevera Rambam:
“Ya de pequeño, la mente de Abraham comenzó a buscar y a preguntarse: ¿Cómo orbitan los cuerpos celestiales sin una fuerza motora? ¿Quién los mueve? ¡No pueden moverse por ellos mismos! Inmerso entre los idólatras de Ur Casdim, no había nadie quien le enseñara; su padre, madre y gente de la casa, eran idólatras. Pero su corazón buscó, y llegó a la conclusión que hay un solo D”s, quien lo creó todo y no existe divinidad alguna fuera de Él. A la edad de cuarenta años, Abraham reconoció a su Creador” (Maimonides, Mishné Torá, Hiljot Avodá Zará 1:3).
Destrás de las palabras de Maimónides, encontramos una respuesta justificada de por qué razón fue que D”s escogió a Abraham. Éste, desde su propia búsqueda espiritual y cuestionadora, pudo llegar a la idea de la existencia de un D”s único. Él sólo descubrió el paradigma monoteísta. Cuando Abraham llega a dicha conclusión, es que D”s se le acercó y le ordenó: “Lej lejá”.

De una manera similar, responde el siguiente famoso Midrash:
“El padre de Abraham, Teraj, tenía una tienda en la que vendía diferentes tipos de ídolos. Un día Teraj no pude atender el negocio y le pidió a Abraham que se encargara de éste por ese día.
Estando Abraham en la tienda, llegó un hombre pidiéndole una estatuilla y Abraham le preguntó: "¿cuántos años tiene usted?" Y el hombre  respondió: "sesenta". Le dijo Abraham: "¿cómo puede ser que un hombre de sesenta años alabe a una estatuilla hecha hace un día?" El hombre avergonzado se fue sin comprar nada.
Luego viene una señora, Abraham le preguntó qué deseaba y ella dijo: "yo solamente vengo a traer una ofrenda a las estatuillas". Ya cansado Abraham de este negocio, cogió un palo y rompió todos los ídolos del padre menos uno, y puso el palo en la mano de este ídolo, que era el más grande. Llegó el padre y desesperado al ver sus ídolos destruidos le exclamó a su hijo: "¿qué ha ocurrido?, ¿qué significa todo esto?"
Abraham muy tranquilo le contestó: "resulta que hoy una clienta tuya trajo una ofrenda y todas tus estatuillas empezaron a pelearse unas con otras para quedarse con la ofrenda hasta que este ídolo tomó el palo y destruyó al resto".
"Pero Abraham, ¿qué decís?, ¿cómo una estatuilla de arcilla, que no habla ni escucha va a hacer este desastre?", dice Teraj y Abraham sabiamente le respondió: "y si es así, ¿cómo podes creer en estos ídolos que ni siquiera hablan ni oyen?" (Bereshit Rabbá 38: 13).
Este Midrash nos intenta transmitir acerca de la posible actitud de Abraham hacia la idolatría. Ése era el mundo del padre, el mundo en el que Abraham se crió y en el que creía la sociedad en la que vivía. Pero Abraham empezó a sentirse muy incómodo en ese mundo ya que no coincidía con el D"s que él estaba descubriendo y aspirando. Para Abraham no era pensable creer en un D"s de arcilla fabricado por el hombre. No coincidía con sus valores y creencias.

En ese momento es cuando D"s le dijo a Abraham: “Lej Lejá, "vete de tu país, de tu lugar natal y de la casa de tu padre" (Génesis 12: 1). En el mismo momento en que D"s observó la incomodidad y el disgusto de Abraham por la sociedad en que vivía, es cuando le ordenó abandonar lo que le era propio, que en realidad le era bastante ajeno. 

Esto es quizás lo que yo no entendía de pequeña. Que es muy difícil, casi imposible tener una fe, sistema de creencia, valores, una forma de vida, en una sociedad  que no acuerda con esa fe. Es muy complicado transmitir una tradición cuando la sociedad mayoritaria enseña una muy diferente. Era inútil que Abraham hablara de monoteísmo en una sociedad colmada de ídolos. De hecho, cuenta el Midrash que la gente de su país lo llevó preso por cometer el delito de destruir a los ídolos.

Era necesario que Abraham se fuera para comenzar a desarrollar una nueva tradición. Pero Abraham no se fue sólo sino con su esposa Sara y su sobrino Lot, se fue con su familia. Hubiera sido muy difícil profesar y transmitir el monoteísmo en forma solitaria.

Entonces podríamos decir que el alejarse de su tierra no era una orden caprichosa de D"s sino una necesidad de Abraham y su familia, para poder desarrollar sus creencias y valores libremente.

Lo mismo ocurre hoy en día con nuestra tradición. Es muy difícil vivir el judaísmo en soledad, es más que necesario un lugar donde podamos vivenciar nuestras costumbres, nuestras creencias, nuestro pasado, como lo es cada una de nuestras comunidades judías. Seguramente los fundadores de nuestras congregaciones han pensado, de alguna manera, en el mensaje que nuestro patriarca Abraham nos enseñó. Es muy complicado ser judío sin tener un marco donde se pueda vivenciar, aprender y compartir el judaísmo.

Hay veces que es necesario alejarse para fortalecer y desarrollar lo propio, nuestra identidad. Luego se puede compartir momentos con el resto de la sociedad pero en un marco en que se respeten las diferencias.

Quiera D"s podamos entender que es muy difícil vivir el judaísmo en soledad, que es muy importante que tengamos lugares donde podamos compartir, transmitir nuestros valores y fortalecer  nuestra identidad.

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