lunes, 6 de octubre de 2014

Sermón de Yom Kipur 5775

¿Ma Nishtaná Halaila Hazé Mikol Haleilot? 

No, no me equivoqué de día ni tuve una suerte de sobredosis litúrgica que hace que confunda las plegarias y las fiestas.

Creo que hoy es muy legítimo preguntarse ¿Ma Nishtaná Halaila Hazé Mikol Haleilot? ¿Por qué esta noche es diferente a todas las demás? La misma pregunta que nos hacemos en el Seder de Pesaj.

Basta con mirar a nuestro alrededor para percibir la trascendencia de esta jornada única en el calendario; la sinagoga rebosante de gente, la solemnidad de las plegarias, las emociones que emergen del Kol Nidré…

¿Ma Nishtaná Halaila Haze Mikol Haleilot? ¿Por qué esta noche es diferente a todas las demás?

Es interesante la pregunta porque hay varios puntos que conectan a Pesaj con Yom Kipur. 

En el mundo de la Torá ambos tenían un ritual central que involucraba a un animal. En Pesaj, el Korban Pesaj, el cordero pascual se comía junto a la Matzá y el Maror, las hierbas amargas, y en Yom Hakipurim (ese es el nombre bíblico de este día) el chivo expiatorio, aquel al que se le depositaban las faltas del pueblo y se lo llevaba lejos del campamento.

En Pesaj está prohibido comer Jametz mientras que en Yom Kipur está prohibido comer de todo.

Eso me recuerda una anécdota graciosa. Hace algunos años estudiábamos antes de Pesaj el Ma Nishtaná, allí donde dice que todas las noches comemos Jametz y Matzá. Les pregunté a mis alumnos si sabían que había un día al año en que no se podía comer Matzá, refiriéndome a la prohibición de comerlo el día previo al primer Seder para poder disfrutarlo especialmente en la celebración de Pesaj. Uno me respondió. Si. En Yom Kipur no se come Matzá, lo cual es técnicamente correcto pero no respondía a mi inquietud.

Significativamente hay una conexión entre la Matzá y el ayuno de Yom Kipur. Al principio del Seder levantamos la Matzá y proclamamos Ha Lajmá Aniá, este es el pan de la aflicción, el pan de la pobreza. Dice el texto de la Torá, refiriéndose a este día de Kipur: “Veinitem et nafshoteijem” Afligiréis vuestras almas. De allí nuestros sabios derivaron el mandato del ayuno. La aflicción representada en la matzá y también en el ayuno.

Antes de empezar Pesaj, después que sacamos todo el Jametz y limpiamos nuestra casa, proclamamos una fórmula para la anulación de todo el Jametz que no hayamos podido remover. Hace un rato antes de empezar formalmente con Yom Kipur recitamos el Kol Nidre, anulando todos los votos que no pudimos cumplir.

Es más, los místicos dicen que el Jametz que debemos limpiar exteriormente es símbolo del Jametz interior, de la levadura, lo que nos infla, lo que alimenta nuestro ego, que también debemos eliminar de nuestro interior, muy similar a la introspección y a la Teshuvá propias de este día

Mañana en la noche, vamos a concluir esta larga jornada de plegaria e introspección con la frase que hace referencia a la esperanza mesiánica: “Leshaná Habaá Birushalaim” el año próximo en Jerusalem. Son exactamente las mismas palabras que decimos al concluir la celebración del Seder de Pesaj.

Como pueden ver, hay muchos puntos de contacto entre Pesaj y Yom Kipur, no estaba tan errado cuando comencé cantando el Ma Nishtaná.

Yom Kipur y Pesaj son dos momentos significativos dentro del calendario judío en donde en nuestra ajetreada vida, insertos en una sociedad multicultural y como parte de una minoría religiosa, siguen marcando el límite de nuestra pertenencia comunitaria.

Sin embargo hay una diferencia fundamental entre ambos. Pesaj tiene como eje central la familia, transcurre en el hogar, y la acción se desarrolla en la mesa del Seder, mientras que Yom Kipur se enfoca en el individuo, pasamos la mayor parte del tiempo en la sinagoga y es por medio de nuestra plegaria y de nuestro arrepentimiento como canalizamos la experiencia.

Pesaj me enfrenta con el Dios de la historia, en Yom Kipur busco la cercanía del Dios que juzga mi historia

Sin embargo Yom Kipur enciuerra una paradoja. Esa intimidad de cada uno con lo trascendente, la introspección individual profunda, el adentrarse en lo recóndito de nuestro propio ser, se realiza en el marco de la comunidad, del colectivo.

Si en Pesaj prevalece la experiencia del individuo en la dimensión familiar de su hogar, Yom Kipur nos recuerda que nuestra individualidad sólo se expresa en el seno de la congregación.

Todas las plegarias que recitamos hoy y todas las que vamos a recitar mañana están escritas en primera persona del plural. Nosotros. Es fácil identificarlo incluso para los que no hablan hebreo. Es la terminación NU. Slaj Lanu, Avinu, Aleinu.

Incluso el Vidui, la confesión de las faltas está en plural: Ashamnu, Al Jet Shejatanu y tantos otros ejemplos.
Enfrentamos el juicio divino, que es personal y privado en la individualidad de nuestras propias conciencias pero arropados exteriormente en la compañía de la comunidad. 

Al recitar las faltas en conjunto, buscamos la fortaleza para asumir nuestros errores. Nos acuerpamos no para esconder nuestras faltas entre la multitud sino para que la presencia de nuestros amigos y familiares nos inspire a desenmascarar la hipocresía y la comodidad que nos domina.

Y si el Seder de Pesaj es el arquetipo de toda celebración familiar hogareña, la familia reunida alrededor de la mesa, el diálogo intergeneracional, la comida como excusa para la reflexión sobre la propia identidad, etc. Yom Kipur podría ser el modelo para toda experiencia litúrgica sinagogal: La sinagoga llena, la congregación imbuida del espíritu del día sagrado, las plegarias brotando de nuestros corazones, etc. 

Y eso posiblemente sea el desafío más significativo que enfrentamos como sinagoga: Trasladar la majestuosidad de Yom Kipur, su trascendencia y nuestro compromiso de hoy a cada shabat y cada fiesta del calendario.

Lo que está en juego es si queremos ser una sinagoga de Yom Kipur o de todo el año. Lo que debemos definir es si queremos ser judíos “twice a year” o, como les dije la noche de Rosh Hashaná, judíos full life.

Me viene a la memoria una historia graciosa: Dos judíos estaban conversando y uno le pregunta al otro: “¿vas a ayunar en Yom Kipur?” Y el otro le responde: “¿Sabes? No creo que lo haga. No veo la necesidad: cumplí los diez mandamientos este año, me comporté bien, fui amable con los demás, no quebré ninguno de los leyes de la Torá, observé los mitzvot; realmente no veo por qué debería ayunar”. Al volver a casa, el segundo judío dice a su esposa: “no lo creerás, hoy conocí a un hombre tan tonto que dejó de pecar todo un año para no tener que ayunar un único día”.

Como lo ilustra el relato, posiblemente sea más cómodo, más sencillo  y más práctico condensar nuestra espiritualidad en un solo día de ayuno y plegaria y quedarnos liberados para el resto del año, pero detrás del humor de la historia aparece la noción del absurdo del planteo. 

Así que en resumidas cuentas creo que podemos estar  de acuerdo, al menos en teoría de la situación que tenemos y como debemos resolverla. Creo que lo complicado es cuando hay que pasar a los hechos.
Por ejemplo, si yo pregunto: ¿Cómo hacemos para que este espíritu de Kipur nos acompañe todo el año? Las respuestas surgen inmediatamente con palabras muy lindas: sentido de comunidad, compromiso, participación, etc. etc.

Pero si mi pregunta es, ¿Cómo hacemos para tener la sinagoga llena, por ejemplo la semana que viene el próximo miércoles a la noche cuando celebremos Sucot? O mejor aún, el viernes a la mañana cuando celebramos el segundo día de Sucot, allí la respuesta posiblemente va a ser el silencio, y las miradas al suelo darán testimonio de cómo el espíritu extraordinario de esta jornada se desvanece en menos de una semana…

Sin participación, real concreta y decidida, estamos condenados a ser una suerte de “Hemerocallis espiritual”, una hermosa flor de la familia de los lirios, que florece una mañana y se marchita esa misma noche…

Hay un viejo proverbio en Yidish y perdonen mi pronunciación, no creo que mis abuelos, los 4 con el Yidish como idioma materno se sentirían muy orgullosos de su nieto en este momento:

Nayn rabonim kenen keyn minyen nisht machn, ober tzen shusters yo. Nueve rabinos no forman un minian, pero 10 zapateros si

El destino de nuestra congregación no depende del rabino si no que está en manos de cada uno de sus miembros, en cada uno de ustedes. Mi función es liderar y créanme que doy lo mejor de mí con el fin de hacerlo bien, pero en última instancia la respuesta está en vuestras manos

En Pesaj afirmamos nuestra identidad, definimos quienes somos

En Yom Kipur decidimos como individuos y como congregación quienes queremos ser

¿Ma Nishtaná Halaila Haze Mikol Haleilot? ¿Por qué esta noche es diferente a todas las demás?

Porque esta noche y este día sagrado encierran el potencial de transformación que con decisión y coraje nos permitirá seguir construyendo una comunidad de vida en donde lo extraordinario sea la coronación de una cotidianeidad basada en el compromiso, la participación y el aporte significativo de cada uno de sus integrantes.

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