jueves, 4 de junio de 2015

Behaalotjá 5775

Los rabinos de la UJCL escriben sobre la Parashá de la semana

Rabino Daniel Kripper

Beth Israel Synagogue - Aruba

En esta sección se encuentra una de las oraciones más cortas de nuestra historia.

Se cuenta en la parashá que Miriam estaba aquejada de una dolencia de la piel, que la torturaba, luego de un incidente de murmuración en relación a su hermano Moisés. Y fue nadie menos que  Moisés quien ora por su recuperación. Son aquellas  paradojas de la vida que reflejan grandeza espiritual. 

Las contadas palabras hebreas que usa se pueden traducir como: “Dios, te ruego, cúrala ahora” (Números 12:13).

Uno no puede dejar de asombrarse de la brevedad de este ruego, sobre todo teniendo en cuenta que Moisés podría haber compuesto algo poéticamente más elaborado y tal vez más profundo en favor de su querida hermana.

El gran y querido comentarista Rashi trae en nombre del midrash dos explicaciones para esta interesante cuestión.

Según la primera, Moisés quiso evitar que el pueblo se lamente que él abunde en rezos mientras su hermana está sufriendo. La otra fue para prevenir  comentarios del tipo de “por su hermana no escatima palabras, pero para otros se limita a lo mínimo…”

A raíz de esta contradictoria interpretación concluía mi maestro Pinjas Peli  z”l, que un líder, haga lo que haga, nunca estará a salvo de críticas…

Más allá de la sensibilidad y nobleza por detrás de la actitud de Moisés, tal vez hay una enseñanza de alto  contenido espiritual  en esta concisa y lacónica oración.

El Talmud (Berajot 48ª) indica que quien divisa una multitud debe pronunciar la siguiente oración: Bendito Eres…que conoces los pensamientos más profundos de cada uno”.

Esta bendición no se centra en el tamaño, los números o el poder, sino que reconoce que cada individuo es un pequeño mundo, y que dentro del mismo existen pensamientos y emociones que son únicas para cada uno.  Ellas son valorizadas en el contexto del gentío y de ninguna manera se pierden en el montón.

Este es sin duda un mensaje trascendente para nuestro mundo masificado y en gran medida despersonalizado. Un mundo de muchedumbres solitarias.

Lo que más impresiona del espectáculo de la multitud no es tanto la cantidad de las personas, sino la capacidad de distinguir la nota individual en el conjunto.

La oración de Moisés es  aparentemente corta, pero preciosamente significativa en su carácter.

En esas contadas palabras Moisés supo volcar la profundidad de sus sentimientos fraternos en una expresión vehemente e intensa.  De esto se desprende que lo que cuenta  es la cualidad de la intención y no la cantidad de palabras.

Ello no significa contentarnos con poco en nuestras vidas. Por el contrario, en cuanto a nuestra práctica judaica, y en nuestra devoción personal, tengamos como meta la auténtica calidad.

Ya nos transmitían nuestros sabios del Talmud, que en la dimensión espiritual el envolvimiento del corazón es lo primordial.

Rabino Daniel Kripper

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