jueves, 25 de junio de 2015

Jukat 5775

Los rabinos de la UJCL escriben sobre la Parashá de la semana

Rabino Gustavo Kraselnik
Congragación Kol Shearith Israel

Moisés no va a ingresar a la tierra prometida. Si bien en su despedida él lo atribuye al incidente de los mensajeros (Deut. 1:37) nuestra parashá deja en claro que es consecuencia del fatídico suceso de Merivá cuando golpea la roca.

La escena (Núm 20:7-12) se compone de tres actos que podemos resumir así

1 -Dios ordena a Moisés congregar al pueblo y hablarle a la piedra para sacar agua

2- Moisés golpea dos veces a la piedra y sale el agua

3 – Dios castiga a Moisés y Aarón y decreta que no van a ingresar a la tierra prometida.

La secuencia plantea algunos interrogantes que demandan atención. Si nos quedamos con los primeros dos actos podemos pensar que tenemos un final feliz. No es la primera vez que Moisés golpea una roca y sale agua:


“He aquí, yo estaré allí delante de ti sobre la peña en Horeb; y golpearás la peña, y saldrá agua de ella para que beba el pueblo. Y así lo hizo Moisés en presencia de los ancianos de Israel.” (Ex. 17:6)

Por otra parte, y lo más desafiante diría yo, es que la Torá no dice exactamente en qué consistió la falta de Moisés y Aarón: “Por no haber confiado en mí, santificándome ante los israelitas, os aseguro que no guiaréis a esta asamblea hasta la tierra que les he dado.»

A lo largo de los siglos, los comentaristas han tratado de responder a la pregunta ¿Cuál fue el pecado de Moisés? Y han dado tal diversidad de respuestas que con gran sarcasmo Samuel David Luzzatto, conocido como SHaDaL (Italia, siglo XIX) sostiene en su comentario a este pasaje: “Moisés cometió una sola falta pero los exégetas ya le han encontrado más de trece, debido a que cada uno fabrica uno en su mente.”

Algunos se concentran el procedimiento y critican que no fue adecuado. Golpear la roca en lugar de hablarle desobedece la voluntad de Dios (Rashi, Francia, siglo XI), o disminuye el milagro (Ovadia Sforno, Italia, siglo XVI);  golpearla dos veces y no una como en el suceso del libro de Éxodo podría dar a entender que Dios se ha debilitado (Rabeinu Bejaié, España, principios del siglo XIV).

Otros hacen referencia a la actitud de Moisés en sus palabras al pueblo: “Escuchen, rebeldes: ¿acaso sacaremos agua de esta roca para darles de beber?” (Num. 20:10). El tono de arrogancia de Moisés pareciera mostrar que Dios estaba enojado (Maimonides, España, Siglo XII) o el uso de la primera persona -“sacaremos” - pudiera aparentar que Moisés participa en la realización del milagro (Najmanides, España, siglo XIII).

Una tercera línea argumentativa se va por la combinación de ambos. Golpear a la roca y gritarle al pueblo da testimonio de un enojo de Moisés. Con esto menosprecia el honor del pueblo y por ende de Dios mismo (Meam Loez, comentario bíblico en ladino del siglo XVIII), demuestra falta de fe en Dios (Iehuda Loew ben Betzalel, el Maharal de Praga, siglo XVI) y falta de fe en el pueblo de Israel (Rabi Samson Raphael Hirsch, Alemania, siglo XIX).

Un último grupo de comentaristas sostiene que no se trata de un castigo sino de un necesario recambio generacional en el liderazgo del pueblo. Dos Isaac Abravanel (España siglo XV) intenta armonizar la contradicción que mencione al principio de este escrito y afirma que la decisión de que Moisés no ingrese a la tierra prometida fue tomada tras el fracaso de la misión de los mensajeros, (la de Aarón después del becerro de oro) pero que por alguna razón, recién ahora es comunicada. 

El maestro jasídico Sfat Emet (El guerrer Rebbe, Yehudah Aryeh Leib Alter, Polonia, siglo XIX) dice que no se trata de un castigo. Lo ocurrido con la piedra deja en claro la necesidad de un nuevo tipo de liderazgo para la nueva generación, y el Rabino W. Gunther Plaut, (Alemania 1912 – Canadá 2012) A quien tuve el honor de conocer en Panamá, en su extraordinario comentario a la Torá afirma que en Merivá el viejo liderazgo quedó destrozado. El nuevo tiempo demandaba una nueva visión, una nueva fe y nueva capacidad de santificar al nombre de Dios ante los israelitas.

Las palabras de Abravanel conectando la historia de los espías con el castigo a Moisés encierran un concepto importante. La prolongación de la estadía en el desierto por casi 40 años decreta la obsolescencia del liderazgo de Moisés y Aarón. En esa línea, el Sfat Emet y el rabino Plaut quitan dramatismo al relato de la roca para recordarnos la necesidad de contar con un liderazgo acorde a los nuevos tiempos.

Quizás aquí podamos encontrar una valiosa lección para nuestros tiempos. Saber si nuestros líderes (y esto se aplica a todas las facetas de nuestra vida) responden a la necesidad de la gente y de la época o son solo un resabio de etapas pasadas mantenidas por inercia.

A veces es en los detalles o en los pequeños gestos donde se hace visible la necesidad del cambio.

Shabat Shalom

Gustavo

1 comentario:

  1. Creo que El Eterno deja claro que Moshé era nada mas que un hombre. Moshé Al contestar de forma ruda a la gente, se mostraba cansado, agotado. El hizo muchos sacrificios. personales para servir am Israel. Dejó todo para ser un elo permanente del Eterno con su gente. La gente quejaba de todo. Del maná; decian que la vida en esclavitud en Mitzrayn era mejor que la vida en el deserto. El mismo pueblo que pasados pocos días de la separación del Mar de Suf,y de haber sobrevivido a los castigos proporcionado contra los egipcios, todavía clamaba por un dios de oro; que no creó que D'os les iba dar la tierra prometida y por esa falta de fe pasó 40 años vagando por el deserto; que se rebeló contra Moshe y Aaron. Moshé estaba simplemente cansado. Era humano. Y en eso, el Eterno, al enseñar nuestro mayor profeta como un hombre comum, que también padecia de debilidades,de fatiga, de enojo, enséñanos que no se puede confiar en Pricipes como nos dice el salmo 146. A penas en el.soll. Y en nadie más.

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