jueves, 18 de junio de 2015

Koraj 5775

Los rabinos de la UJCL escriben sobre la Parashá de la semana.

Rabino Guido Cohen
Asociación Israelita Montefiore
Bogota, Colombia

Los riesgos de la indiferencia

La Parashá de esta semana nos narra el episodio de la rebelión de un grupo de hombres del pueblo de Israel, contra el liderazgo de Moshé.  Aunque los motivos de la rebelión y de su fracaso, la respuesta de Moshé y de Dios y otras circunstancias alrededor de esta historia son más que interesantes, esta vez me gustaría detenerme solamente en el castigo que recibe el pueblo de Israel a partir de esta rebelión, y los motivos del mismo.

Al inicio del capítulo 16, se nos cuenta quiénes fueron específicamente aquellos que intentaron rebelarse contra Moshé.  Según la Torá fueron un hombre llamado Kóraj (que era primo de Moshé) junto con Datán, Abiram, On y unos doscientos cincuenta hombres de renombre dentro de la congregación de Israel.



Al final de ese mismo capítulo, se nos cuenta que Dios castiga a estos hombres, haciendo que la tierra abra sus fauces y los trague.  Pero luego de este castigo, también se nos cuenta que una plaga cae sobre el pueblo y devora a 14.700 hombres de la Congregación de Israel.  La pregunta obligada de los exégetas bíblicos a lo largo de la historia es: ¿por qué casi 15 mil hombres tienen que pagar por el pecado de 250?  ¿Acaso Dios no es juez justo, que solo castiga a quienes han incurrido en una transgresión?  Si bien es cierto que el texto insinúa que estos hombres son castigados por murmurar contra Moshé y Aarón, para los sabios esta explicación no es muy convincente, por lo que intentan encontrar alguna otra forma de interpretar lo ocurrido.

Quizá una de las más magníficas explicaciones al respecto, es la que nos trae un sabio rabino de la Rusia del siglo XIX, de nombre Meir Leibush ben Iejiel Mijel, y conocido por su acrónimo: Malbim.

Malbim dirige nuestra atención a las palabras del versículo 15:21, en donde Dios le dice a Moshé y a Aarón: "apartaos de esta congregación malvada".  La palabra "apartaos" (hibadelu) puede traducirse también como "diferenciaos".  Malbim entiende que, en este versículo, Dios está pidiendo que aquellos que no están con la rebelión de Kóraj, se diferencien de la misma de manera activa, y no simplemente mediante la inacción.  De acuerdo a esta interpretación, el castigo a los 14.700 hombres que, en apariencia, no formaron parte de la rebelión, es por no haber sido más activos en su 'no formar parte'.  La Congregación de Israel es castigada, lisa y llanamente, por mantenerse indiferente a lo que sucede a su alrededor.

A la hora de un conflicto en el mundo en el que vivimos, no es suficiente no estar con los malvados; hay que además estar activamente con aquellos que buscan reparar, reconstruir y pacificar.  El mantenerse al margen del conflicto no solo no es suficiente, sino que además nos transforma en cómplices.  Nos enseña el salmo: "Apártate del mal y haz el bien, busca la paz y persíguela" (34:14).  Nuestros sabios enseñan que el lenguaje repetitivo de ese versículo tiene por intención, justamente, resaltar esta idea.  No es suficiente con apartarse del mal y de quienes lo promueven; hay que estar activamente del lado de aquellos que buscan la justicia y la paz.  No es suficiente con 'buscar' esa paz; hay que perseguirla activamente.

En cada uno de nuestros países se viven a diario situaciones de injusticia y de opresión humana que no conoce límites.  Muchas de las tragedias que sufrió la humanidad en el último siglo fueron posibles, no solamente producto de la atrocidad y crueldad de los malvados, sino más bien, y en gran parte, a través de la indiferencia del hombre común, que eligió mirar al otro lado mientras no fuera a él a quien persiguieran.

Parashat Kóraj nos enseña que la indiferencia no solamente no es una buena alternativa, sino que peor que ello, nos hace cómplices de las situaciones más injustas.  Que podamos asumir el mensaje de esta parashá y decidir involucrarnos en aquello que transcurre a nuestro alrededor, evitando así ser cómplices de la oscura crueldad humana.

Shabat Shalom,

Rab Guido Cohen

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