Esta semana se conocieron algunos fragmentos del nuevo libro del Papá Benedicto XVI en donde hace una clara exoneración del pueblo judío en relación a la acusación de “deicidio” (el asesinato de Dios) que tanta muerte y sufrimiento causó a nuestro pueblo a lo largo de la historia.
Esta afirmación de Su Santidad que aparece en el libro Jesús de Nazaret. Desde su entrada en Jerusalén a la Resurrección, tiene vital importancia. Teológicamente hablando no es una novedad, pues ya el Concilio Vaticano II estableció en 1965 que la muerte de Jesús “no puede ser imputado ni indistintamente a todos los judíos que entonces vivían, ni a los judíos de hoy. (Nostra Aetate).
Sin embargo, en estos tiempos de comunicación masiva, el mensaje del Papa tiene la posibilidad de llegar a todos los confines del orbe y quizás así se pueda desterrar definitivamente esta falsa acusación que tristemente sigue escuchándose incuso en los púlpitos de algunas iglesias. Como dijo el rabino Rosen, uno de los líderes judíos en el dialogo judeo-cristiano “el libro del Papa puede dejar una huella mayor que la de Nostra Aetate pues los fieles tienden a leer las Escrituras y su comentario más que los documentos de la Iglesia.”
Por otra parte, la afirmación del Papá es un buen gesto para tratar de recomponer las relaciones judeo-cristianas que si bien progresaron mucho desde el Concilio Vaticano II a nuestros días, en los últimos tiempos han pasado por una serie de desencuentros.
Estos desavenencias se originaron a partir de la decisión del actual papa de restituir la misa tridentina en latín que incluye la plegaria por la conversión de los judíos y la falta de respuesta del Vaticano a los reclamos sobre los niños sobrevivientes del Holocausto que fueron bautizados o escondidos y que nunca fueron devueltos a sus familias de origen.
Esperemos que el libro sea estudiado por las masas, que no haya más antisemitismo ni discriminación religiosa de cualquier naturaleza y que las relaciones judeo-cristianas recuperen la dinámica de un diálogo fecundo y respetuoso que nos permita seguir avanzando en nuestro deseo compartido de construir un mundo que refleje los valores que Dios nos ha legado.
Shabat shalom
Gustavo
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