miércoles, 1 de febrero de 2017

Bo 5777

Los Rabinos de la UJCL escriben sobre la Parashá de la semana

Rabino Darío Feiguin
Congregación B´nei Israel, Costa Rica.

El Calendario Judaico

La primer Mitzvá de la Torá aparece en Bereshit y es la Mitzvá de “Prú urvú”, el mandamiento de tener hijos. Ésta es ciertamente una Mitzvá que afecta al individuo, y que encierra la idea de que el hombre no está completo si no se proyecta en quien lo continúe; si no trasciende a esta vida que se dibuja como un pequeño segmento entre dos eternidades. Y este precepto es el primero que uno debe cumplir, ya sea con hijos biológicos, o adoptados.

Pero la primer Mitzvá como pueblo, aparece recién en el libro de Shmot, y precisamente en la Parashá de esta semana. En Parashat Bo, que leemos mañana, llega a su concreción el primer esfuerzo político de Moshé que logra sacar a su pueblo de la esclavitud a la libertad, después de las plagas que cayeron sobre Egipto, y tal vez de aquellas plagas que aún suelen caer sobre los Mitzráim de todos los tiempos y lugares.

Entre parñentesis, hoy no puedo permanecer silencioso ante la decisión de dar la espalda a refugiados, sólo por su orígen o religión. Quiero decir claramente, que me parece alejado del espíritu de la Torá y que en muchos aspectos nos hace volver a la idea de un faraón y de una tiranía. Mitzráim en 2017!

Nosotros, los judíos, fuimos refugiados muchas veces en la Historia. Fuimos refugiados después de los exilios en Siria, Babilonia y Roma, y después de las destrucciones de Jerusalem. En la Historia moderna, el antisemitismo, los Pogroms y la Shoá nos llevaron a New York, Toronto, Buenos Aires y San José, entre otros lugares, donde nos acogieron y nos abrieron las puertas. Nosotros, como judíos debemos ser respetuosos y compasivos ante el dolor y el sufrimiento de los que hoy en día son refugiados. 
Si perdemos esa sensibilidad, perdemos nuestra esencia.

Volviendo al Lúaj, cuando uno se desata de la opresión, aparece el vacío de la libertad, y también comienza el tremendo desafío de llenar ese vacío con contenido. 
Es ahí cuando viene la primera Mitzvá colectiva.

Inmediatamente antes de la última y decisiva plaga de la muerte de los primogénitos, dice la Torá:
“Hajódesh hazé lajem rosh jodashim. Rishón hu lajem lejodshéi hashaná”
“Este mes es la cabeza de todos los meses. Es el primero de los meses del año”.

La primera Mitzvá como pueblo, es el Lúaj, Calendario. Es el primer paso de organización colectiva, que va a ir ordenando toda la vida del judío, y hasta se va a inmiscuir también en la vida personal.
El Shabat y las festividades de peregrinaje, los días de duelo y ayuno, los Iamim Noraím, Purim, Januká y Tu Bishvat, y los últimos agregados de Iom Hashoá y Iom Haatzmaút, toda la vida judía va a girar alrededor de este esquema organizacional.

El Lúaj parece a primera vista muy sencillo, pero es una obra monumental de los rabinos de Israel, que hicieron coincidir los tiempos para cada celebración y conmemoración. 

Básicamente, el Lúaj se apoyaba en las fases de al Luna. Pero también debían coincidir con los tiempos de siembra y cosecha, por lo cual también se hizo un ajuste para adoptarlo al calendario solar.

En la antigüedad era un tema difícil establecer cuándo era Rosh Jodesh, el principio del mes. Lo hacía la corte suprema en Jerusalem, y debía haber por lo menos dos testigos que atestiguaran que vieron esa especie de uña cortada que se ve cuando se renueva la Luna. Recién allí se mandaban mensajeros a todas partes, incluso con señales de antorchas en las montañas. Los meses podían durar 29 o 30 días, y como se tardaba en hacer llegar la información a lugares fuera de Israel, para no cometer errores, comenzaron a celebrarse en la diáspora 2 días festivos en lugar de uno. Es así como en Israel, por ejemplo, hay un sólo Seder de Pesaj, mientras que en la diáspora hay dos.

En los meses de 29 días, Rosh Jódesh cae el primero del mes siguiente. Y en los meses de 30 días, hay dos días de Rosh Jódesh: el 30 del mes que acaba y el primero del que comienza.

Y para poder adoptar el calendario Lunar al Solar, se agrega un mes entero, el mes de Adar Bet, en algunos años , en el que todas las festividades van a caer más tarde.

Esto explica por qué a veces Rosh Hashaná cae a principios de Septiembre, y otras, bien a fin de mes, o incluso en Octubre.

Recién en el año 350, Hilel segundo, terminó de elaborar un calendario permanente para todas las épocas.
Él, al frente de un equipo de rabinos que sabían de matemática y astronomía, logró la síntesis entre el año Lunar de 354 días, y el Solar, de 365; de modo que se supere la diferencia de 11 días.

También logró que determinados días festivos no cayeran en ciertos días de la semana. Por ejemplo: Iom Kipur nunca cae viernes o domingo, para que no interfiera con Shabat y viceversa.

Lo que se logró es un año regular de 353, 354 o 355 días. Además, 7 veces en 19 años se agrega un mes completo de 30 días.

Así es como una ingenua Mitzvá, corrobora el dicho popular, que “no es fácil ser judío”.
Pero tampoco es imposibe. Hoy en día ya está todo computarizado y hay muchos softwares de calendarios, que muchos tenemos configurados en nuestros dispositivos.

Pero lo más importantes, no es lo difícil, ni el nivel de sofisticación del Judaísmo, ya desde sus orígenes. 
Ni siquiera es el dinamismo del Lúaj que fue cambiando, a medida que se agregaban festividades y otras perdían vigencia.
Lo más importante es que, querramos o no, el Lúaj regula la Vida Judía, y es impensable diseñar algún proyecto comunitario sin consultarlo.

Esta regulación no restringe la libertad, sino que la encuadra. Y está bien. Dentro del esquema y no fuera de él, se puede ser infinitamente creativo. Y quizás, esta limitación y regularización, no sólo no debería asfixiar al alma, sino que debería facilitar su libre expresión. En ese sentido, el Lúaj es una estructura, un marco, una cáscara, que nos invita a ser creativos.

Nos queda el enorme desafío de intentar llenar esa cáscara de contenido, de belleza, y de significado. 
Nos queda enfrentar las pruebas de la vida, aprendiendo de nuestra experiencia colectiva.
Nos queda responder de acuerdo a nuestros valores ancestrales y a nuestra propia esencia judía.

¡Shabat Shalom!

Rabino Darío Feiguin
B´nei Israel, Costa Rica.






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